Dos declaraciones, una de Pencho Angosto: “El discurso ya marca
bastantes diferencias con lo anterior”, y otra del entrenador Luis García
Tevenez: “La primera aportación es que dormimos y comemos en Granada”, marcaron
en este día 15 de marzo el comienzo de un no sé qué que, pasado el tiempo, iban
a traernos sorpresas y personas.
De nuevo había ocupado la silla, si es que alguna vez la había
dejado, el hijo del Chusco Paco López. Cristina Bustillo, la buena y eficiente Cristina,
seguía juntamente con el buen hacedor de la comunicación el sabio y joven
periodista Antonio Martínez Fernández que insufla frescura, fluidez objetividad
a la comunicación del FC Cartagena. Y eso se agradecía ayer y se sigue
agradeciendo hoy.
Se incorporó a hurtadillas y sigilosamente, Florentino Manzano,
alma mater del Cordobazo y tercera pata escondida de la mesa de Sporto Man Gol
2020. Y, para completar la cuarta pata, aquel buen portero de la década de los
80 y persona grandote y con grandeza Paco López Gómez (Cuevas de Almanzora,
Almería, 1954). Ya estaba todo completo. Habían llegado los Javieres: Uno, a veces despistado, Javier Martínez y otro, con
cara de pillo, Javier Marco Verdejo. Ya estaban todos y la mesa completa. Pero
al Icue le seguía faltando, y bien que lo echaba en falta, el auténtico muñidor
de un Cartagena que en días de gloria, y aciertos nos llevó hasta La Ribera en
Tudela y hasta el Nou Camp a disfrutar en un viaje de tren, que siendo largo se
nos hizo corto. ¡Ay Fran, me debes una! ¿Por qué nos dejaste?
Y en éstas estábamos cuando nuestro Cartagena tuvo que
desplazarse, para empatar, hasta la ciudad del Sacro Monte. Y allí se encontró
con un Granada que tuvo más armas que los nuestros. Un rival con
internacionales en el filial. Un equipo, el más veloz del grupo, con gente muy
rápida en el ataque, con una defensa atrevida y que puso las cosas complicadas.
Se empató y así lo pudo contar y firmar el Icue.
El Icue y…cuando la luz cartagenera no lució en los aledaños del
Generalife
“Las que van delante,
garzas
la que va detrás,
paloma,
abren por las
alamedas
muselinas
misteriosas.
¡Ay, qué oscura está
la Alhambra!” (García Lorca)
D. Javier, querido Icue, lo llamaré siempre así, ha
aterrizado en el FC Cartagena como si regresase de los Andes a los Apeninos,
cargado de oxígeno, de dinero ya veremos, y fundamentalmente, de alegría y
educación, fruto de su atesorada cultura, que parece cultiva. Digo que ha aterrizado
y lo primero que ha hecho, me dicen, ha sido limpiar el trono que anteriormente
fue de una Paloma, por si en él hubiese humores, malos humores sobrantes de
algún aquelarre de esas brujas que tan malamente le aconsejaron. He dicho que aterrizó, no que se sentara en
el trono, ¡no por Dios!, eso lo dejo para posaderas gordas. Este D. Javier, me
da la sensación que, por lo visto y oído, ha iniciado una catarsis alrededor de
sus acompañantes para purificar a D. Francisco López de algunas malas tendencias
que aprendió del Paloma en aquellos tiempos no muy lejanos, maléficos tiempos,
en los que hasta intentó construir un hospital de campaña para auxiliar a los
damnificados de aquella explosión con la que quiso reventar el Cartagonova por
no sé qué cuitas. He dicho que ha aterrizado y lo ha hecho entre una nube de
una popularidad asombrosa. Y además, dos
días después, nuestro y suyo ya FC Cartagena, acaba de empatar 0-0 en el Nuevo
los Cármenes.
Si esta tarde en lugar de haberse jugado un partido
de fútbol en el nuevo Los Cármenes, nuestro Cartagena hubiese celebrado una
corrida de toros, sus jugadores, juntamente con su entrenador seguro no
hubiesen salido a hombros, aunque después de que los filiales nazaríes se
quedasen con diez por esa alevosa entrada que Luis Lozano, minuto 76, infringió
a De Lerma sí pudieron cortar aunque solo fuese una oreja. Tevenet se rajó y lo
que pudo ser una faena espléndida, quedó en faena de aliño y mala. Nada
resplandeció y, al no haber remate, ni Fernando, ni Fede, ni Carlos David pudieron asestar a los de
Granada ni una sola estocada y creo recordar que tampoco hubo intento de entrar
a matar.
Hoy, querido Icue, sin turbulencias internas ya, y
con todo casi conciliado, todos pensamos que nuestro Cartagena iba a entrar en
un periodo de exaltación. No ha sido
así. Faltaban unos cuantos pilares: Menudo, Mariano, Zurdo y Antoñito que, por
sanción, quedaron en Cartagena y bien que se echaron en falta. Por no haber no
hubo ni hambre y sí demasiada rutina, que les pudo, y demasiada apatía. A falta
de rematar hoy una faena grande, el equipo ha transitado indeciso, voluble y
hasta sumiso y dócil. Hoy nuestro Cartagena ha bajado el pistón y ha dado la
impresión de no tomarse a pecho cada asalto. El Cartagena jugó sin la firmeza
necesaria, y a ratos, excepto los últimos minutos, menos que bien. A los veinte
minutos Picón cometió penalti, Machís, máximo goleador del Granada-10 goles- no
logró transformar ante Limones, providencial el guardameta, atajando la pena
máxima.
Con esto no hizo falta que apareciese el sol, estuvo
presente durante todo el día y casi toda la tarde y calentó de plano. La tarde
se preparaba, cuatro de la tarde, para que mi perro ladrase y no lo hizo, solo
hubo pereza y ninguna música. Los gitanos, allá por el Albaicín, comenzaron
a tocar suavemente pero la música solo
quedó en tibias palmas. Las flores del membrillo de mi vecino, llegaron a
recordarme el membrillo que esta tarde ha sido nuestro Cartagena. Aunque aquí
va a empezar la primavera, allí ya luce fastuosa y no para nuestro Cartagena.
Después de lo del pasado jueves, todos pensamos que la suerte ya no nos la
podrían reducir. No ha sido así, pero Granada, aunque se empate, bien merece un
viaje para recordar que su cultura nos
trajo el sabor de vocablos como albaricoque y almirez, y palabras de placer
como alcoba, baraja y alcohol. Edificaron acequias y albercas y mostraron el
esplendor de las flores y el deleite del cántico de los pájaros.
Hoy, querido Icue, me estoy acordando constantemente
de Washington Irving cuando se refirió al palacio de Carlos V como una
“orgullosa intrusión”. Pienso que esta tarde en los Nuevos los Cármenes no hubo
ni orgullo, ni intrusión, solo he visto a “los que vuelan”: murciélagos,
palomas, gorriones, cernícalos primillas, garzas y vencejos, y es que así como
no hay una sola Alhambra, sino varias Alhambras, no hay un solo Cartagena, sino
infinitos Cartagena, donde los murciélagos han empezado su cacería. Pero el
Paloma ya no está. Mañana hay que trabajar.
Después de este empate a cero no me queda otra que
terminar con estos versos del visir Ibn Zmrak: “¿No ves cómo el agua se derrama
en la taza, pero sus caños la esconden enseguida? Es un amante cuyos párpados
rebosan de lágrimas…” ¡Ay, ay, ay!
Pedro-Roberto J.P. desde “El Rincón del Icue”. Dies 3/15: Idus
Martiae. Nº 325
Texto El Rincón del Icue. Fotos http://qapta.es/. Copyright ©
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