lunes, 18 de agosto de 2014






De nuevo en esta temporada futbolística a punto de comenzar, sábado 23, y después de su merecido descanso aparece el Icue con su libertad, sin ataduras publicitarias, sin los celos de algún director engreído y también sin estar agobiado por ninguna demanda de mal pagador, incumplidor o colaborador “gratis total”. Aquí estamos y estaremos sin los celos que otros, los tapados, los que no miran de frente, manifiestan tener de este Rincón futbolístico de nuestro Cartagena. Los celos, ¡coleguillas!, son el fastidioso invitado amargo, "that sour unwelcome guest", este verso no es mío, sino de Shakespeare. ¡Hay los celos, qué peligrosos son, cuando entran en ese cochambroso cubil que hace de habitáculo-redacción!, más que importunar, dejan la huella de una pisada que viene de fuera, del campo embarrado de la sospecha, y esa mancha queda en el suelo del escondrijo del odio.

¡¡¡FELIZ TEMPORADA 2014-2015!!!




El Icue y…“My name is Gladiator…” 

“El trabajo más productivo es el que sale de las manos de un hombre contento”. (Victor Pouchet)

Se ha pasado el Icue todo el verano viéndole cómo entrenaba a sus muchachos y observando como, de pie, siempre de pie, gritaba y guiaba, como buen pastor, a sus discípulos futbolistas colocado en el área técnica existente entre el banquillo y muy próximo a la raya blanca divisoria del terreno de juego, ya fuese en el Pinatar Arena, el vetusto pero encantador estadio del Rubial aguileño del que me contaron es el segundo campo más antiguo de España, en el algareño Sánchez Luengo o en el Cartagonova la noche del Carabela de Plata en el que se perdió 0-3 frente al Real Mallorca que aquella tarde era entrenado por Miquel “Nanu”' Soler y hoy, caprichos de presidentes, lo guía el estonio Valery Karpin.

El Icue, la tarde del Rayo Vallecano, lo fotografió como enjaulado y, al verle, levantó, a modo de saludo, el dedo índice, le miró fijamente y con su fuerte vozarrón dijo: “My name is Gladiator…”, y soy un gran deportista. Y fue entonces cuando el Icue se acordó de Maximus Decimus Meridius, protagonista de la famosa película de Ridley Scott en la  que cuentan las crónicas que la noche antes del combate los gladiadores acudían a orgías al presagiar que podía ser su última noche si la autoridad señalaba con su dedo pulgar la yugular. Cree el Icue que no será el caso del Charrúa ya que nuestro “Gladiator” lo aprendió hace mucho tiempo al recordar y aprender que el origen de sus homólogos se remontan al siglo VI antes de nuestra era cuando los milicianos etruscos, oriundos de la zona norte de la actual Italia, luchaban entre sí para honrar a los difuntos de las clases influyentes de la sociedad. 


Y fue en esta y otras tardes cuando, oyéndole gritar, agitar los brazos, enfadarse, dar saltos y apuntar cosas  en un cuaderno de tapas duras, recordó a Espartaco, gladiador tracio y nacido en Sandanski, ciudad búlgara perfecta para descansar o perderse en Melnik, donde se cultiva un buen vino o acercarse, para reponer fuerzas después de la lucha hasta la ciudad balneario de Velingrad. Y fue allí, apostado en los azules asientos del Pinatar Arena, mientras me acariciaba la brisa marina del cercano Mediterráneo, cuando observé, marcado en su rostro, por qué se llama Julio Cesar Ribas y que es lo que en su vida de entrenador le ha llevado a probar la indumentaria y las armas de un reciario para dilucidar cómo combatían esa clase de gladiadores, los que luchaban con red y tridente, como el Draba del Espartaco de Stanley Kubrick. ¿Recuerdan? 

Pronto, enseguida, casi al primer rugido el Icue se dio cuenta y pudo comprobar que los partidos de fútbol de nuestro FC Cartagena que este “Gladiator” va a plantear y dirigir no van a ser charlotadas y que además de utilizar el pulgar arriba o abajo para decretar la perfecta o desgraciada jugada de sus futbolistas se servirá hasta de su sudoroso pañuelo para festejar esos goles de bandera que la efesemanía ya espera de su equipo.
Sé que nuestro “Gladiator pertenece a ese grupo y tipo de gladiador que está en la línea de los tracios, murmillos y secutores y que nunca jamás perteneció a la familia de los tunicatus. Sé que sus inicios en el césped del Cartagonova serán difíciles. También sé que, a medida que nuestro “Gladiator” vaya ganando combates se hará más valioso y ningún crítico ni columnista sensato de fútbol se arriesgará a dejarlo morir sin pensárselo mucho: no estamos para dispendios aunque su ficha dineraria no sea muy cuantiosa, o sí. Este presidente, Javier Marco Verdejo, que razonablemente mira el bolsillo, evitará siempre el veredicto de jugula para nuestro “Gladiator”. Pero ¡cuidado!, aunque por aquel entonces los conceptos de piedad, compasión y humanitarismo eran más laxos y muy diferentes de los nuestros, en ningún caso se dispensaban arbitrariamente.


Sé, amigo Gladiator, que el recorrido de La Liga en este pequeño, destartalado o gran  autobús de la 2ª B va a ser una aventura, su aventura mediterránea, su aventura en esta querida Ciudad Trimilenaria que tanto sabe de gladiadores. Serán treinta y ocho jornadas con sus semanas de dolor y sus días de descanso. Se lo anuncio: Va a ser una Liga que en nada se va a parecer a las que anteriormente disfrutó. Se le va hacer inmensa y en la que se va a encontrar hoyos profundos en esos estrechos y mal cuidados campos de futbol a los que acudirá por estrechas carreteras, en las que se va a cruzar con turismos, camiones, autobuses, tractores de labranza y algún mulo en el que encima cabalgue algún rudo labriego. Siempre irán delante de usted, entorpeciéndole el camino, sin embargo, pronto, muy pronto, quizás al final, aunque la lentitud forme parte de su ruta en la que lo importante ya es el propio camino, se le van a mostrar unos valles fértiles con girasoles que ahora le miran y en un rato le darán la espalda... hasta que se convierten, de repente, en rosas, laureles, o gladiolos. Será entonces cuando la belleza de este deporte al que ama sin reparos se le muestre por la ventana o rendija de su vestuario. Y verá, querido “Gladiator”, que lo que al principio se le presentó como un árido y rudo paisaje, como muy agrícola, le aparecerá como gozoso, divertido y fértil en esos próximos días de mayo, que ya te anuncio no están tan lejos.  

El Icue, amigo “Gladiator”, en esta su primera aparición de la temporada 2014-2015, desea despedirse hoy recitándole, para que le alegre el alma, esa letrilla de una jota de mi tierra que dice: “En Calahorra lo mozos/ se levantan con tres patas/ y una les llega hasta el suelo/ por no llevar alpargatas”. La verdad, puede que no la entienda, no se preocupes Julio Cesar, esta temporada voy a estar mucho por ese mi Mediterráneo y haré de explicador si lo desea. ¡Ay, ay, ay!

Pedro-Roberto J.P. desde el “Rincón del Icue”. Dies 8/18: ante diem quintum decimum Kalendas Septembres. Nº 336.

Texto El Rincón del Icue. Fotos http://qapta.es/ e Icue. Copyright ©

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Toggle Footer