De nuevo en esta temporada futbolística a punto de comenzar, sábado
23, y después de su merecido descanso aparece el Icue con su libertad, sin ataduras
publicitarias, sin los celos de algún director engreído y también sin estar
agobiado por ninguna demanda de mal pagador, incumplidor o colaborador “gratis
total”. Aquí estamos y estaremos sin los celos que otros, los tapados, los que
no miran de frente, manifiestan tener de este Rincón futbolístico de nuestro
Cartagena. Los celos, ¡coleguillas!, son el fastidioso invitado amargo,
"that sour unwelcome guest", este verso no es mío, sino de
Shakespeare. ¡Hay los celos, qué peligrosos son, cuando entran en ese cochambroso
cubil que hace de habitáculo-redacción!, más que importunar, dejan la huella de
una pisada que viene de fuera, del campo embarrado de la sospecha, y esa mancha
queda en el suelo del escondrijo del odio.
¡¡¡FELIZ TEMPORADA 2014-2015!!!
El Icue y…“My name
is Gladiator…”
“El trabajo más productivo es el que sale de las manos de un
hombre contento”. (Victor Pouchet)
Se ha pasado el Icue todo el verano viéndole cómo entrenaba
a sus muchachos y observando como, de pie, siempre de pie, gritaba y guiaba,
como buen pastor, a sus discípulos futbolistas colocado en el área técnica
existente entre el banquillo y muy próximo a la raya blanca divisoria del
terreno de juego, ya fuese en el Pinatar Arena, el vetusto pero encantador
estadio del Rubial aguileño del que me contaron es el segundo campo más antiguo
de España, en el algareño Sánchez Luengo o en el Cartagonova la noche del Carabela
de Plata en el que se perdió 0-3 frente al Real Mallorca que aquella tarde era entrenado
por Miquel “Nanu”' Soler y hoy, caprichos de presidentes, lo guía el estonio Valery
Karpin.
El Icue, la tarde del Rayo Vallecano, lo fotografió
como enjaulado y, al verle, levantó, a modo de saludo, el dedo índice, le miró
fijamente y con su fuerte vozarrón dijo: “My name is Gladiator…”, y soy un gran
deportista. Y fue entonces cuando el Icue se acordó de Maximus Decimus
Meridius, protagonista de la famosa película de Ridley Scott en la que cuentan las crónicas que la noche antes
del combate los gladiadores acudían a orgías al presagiar que podía ser su
última noche si la autoridad señalaba con su dedo pulgar la yugular. Cree el
Icue que no será el caso del Charrúa ya que nuestro “Gladiator” lo aprendió
hace mucho tiempo al recordar y aprender que el origen de sus homólogos se
remontan al siglo VI antes de nuestra era cuando los milicianos etruscos, oriundos
de la zona norte de la actual Italia, luchaban entre sí para honrar a los
difuntos de las clases influyentes de la sociedad.
Y fue en esta y otras tardes cuando, oyéndole
gritar, agitar los brazos, enfadarse, dar saltos y apuntar cosas en un cuaderno de tapas duras, recordó a
Espartaco, gladiador tracio y nacido en Sandanski, ciudad búlgara perfecta para
descansar o perderse en Melnik, donde se cultiva un buen vino o acercarse, para
reponer fuerzas después de la lucha hasta la ciudad balneario de Velingrad. Y fue
allí, apostado en los azules asientos del Pinatar Arena, mientras me acariciaba
la brisa marina del cercano Mediterráneo, cuando observé, marcado en su rostro,
por qué se llama Julio Cesar Ribas y que es lo que en su vida de entrenador le
ha llevado a probar la indumentaria y las armas de un reciario para dilucidar
cómo combatían esa clase de gladiadores, los que luchaban con red y tridente,
como el Draba del Espartaco de Stanley Kubrick. ¿Recuerdan?
Pronto, enseguida, casi al primer rugido el Icue se dio
cuenta y pudo comprobar que los partidos de fútbol de nuestro FC Cartagena que
este “Gladiator” va a plantear y dirigir no van a ser charlotadas y que además
de utilizar el pulgar arriba o abajo para decretar la perfecta o desgraciada
jugada de sus futbolistas se servirá hasta de su sudoroso pañuelo para festejar
esos goles de bandera que la efesemanía ya espera de su equipo.
Sé que nuestro “Gladiator pertenece a ese grupo y
tipo de gladiador que está en la línea de los tracios, murmillos y secutores y que
nunca jamás perteneció a la familia de los tunicatus. Sé que sus inicios en el
césped del Cartagonova serán difíciles. También sé que, a medida que nuestro
“Gladiator” vaya ganando combates se hará más valioso y ningún crítico ni columnista
sensato de fútbol se arriesgará a dejarlo morir sin pensárselo mucho: no
estamos para dispendios aunque su ficha dineraria no sea muy cuantiosa, o
sí. Este presidente, Javier Marco Verdejo, que razonablemente mira el bolsillo,
evitará siempre el veredicto de jugula para nuestro “Gladiator”. Pero
¡cuidado!, aunque por aquel entonces los conceptos de piedad, compasión y
humanitarismo eran más laxos y muy diferentes de los nuestros, en ningún caso
se dispensaban arbitrariamente.
Sé, amigo Gladiator, que el recorrido de La Liga en
este pequeño, destartalado o gran
autobús de la 2ª B va a ser una aventura, su aventura mediterránea, su
aventura en esta querida Ciudad Trimilenaria que tanto sabe de gladiadores. Serán
treinta y ocho jornadas con sus semanas de dolor y sus días de descanso. Se lo
anuncio: Va a ser una Liga que en nada se va a parecer a las que anteriormente
disfrutó. Se le va hacer inmensa y en la que se va a encontrar hoyos profundos
en esos estrechos y mal cuidados campos de futbol a los que acudirá por
estrechas carreteras, en las que se va a cruzar con turismos, camiones,
autobuses, tractores de labranza y algún mulo en el que encima cabalgue algún
rudo labriego. Siempre irán delante de usted, entorpeciéndole el camino, sin
embargo, pronto, muy pronto, quizás al final, aunque la lentitud forme parte de
su ruta en la que lo importante ya es el propio camino, se le van a mostrar unos
valles fértiles con girasoles que ahora le miran y en un rato le darán la
espalda... hasta que se convierten, de repente, en rosas, laureles, o gladiolos.
Será entonces cuando la belleza de este deporte al que ama sin reparos se le
muestre por la ventana o rendija de su vestuario. Y verá, querido “Gladiator”,
que lo que al principio se le presentó como un árido y rudo paisaje, como muy
agrícola, le aparecerá como gozoso, divertido y fértil en esos próximos días de
mayo, que ya te anuncio no están tan lejos.
El Icue, amigo “Gladiator”, en esta su primera
aparición de la temporada 2014-2015, desea despedirse hoy recitándole, para que
le alegre el alma, esa letrilla de una jota de mi tierra que dice: “En
Calahorra lo mozos/ se levantan con tres patas/ y una les llega hasta el suelo/
por no llevar alpargatas”. La verdad, puede que no la entienda, no se preocupes
Julio Cesar, esta temporada voy a estar mucho por ese mi Mediterráneo y haré de
explicador si lo desea. ¡Ay, ay, ay!
Pedro-Roberto J.P. desde el “Rincón del Icue”. Dies 8/18: ante diem quintum
decimum Kalendas Septembres. Nº 336.
Texto El Rincón del Icue. Fotos http://qapta.es/ e Icue.
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