Fue aquella tarde, tarde fría de enero, una tarde primorosa en
la vigésimo primera jornada de fútbol de la temporada que fue de 2012 – 2013.
Fue la tarde de Oscar Rico, de Florián, la tarde del tercer triunfo consecutivo
de nuestro FC Cartagena, fue la tarde en la que el equipo de Pacheta la lió parda,
funcionando como un reloj, donde todas las piezas estuvieron perfectamente
sincronizadas, firmes en la zona de defensa, con control y autoridad en el
centro del campo y, fundamentalmente, con Diego Segura dirigiendo la orquesta: “no vamos a descubrir a Diego. Tiene
cambio de ritmo, velocidad, último pase...”
El Cartagena de Pacheta seguía creciendo. Y, en aquella tarde, completó en casa uno
de sus mejores partidos de la temporada, confirmando su espléndida
recuperación de las últimas semanas.
Y al final de la jornada Pacheta seguía sin tener "ni idea de una posible marcha de Juanma".
Pero eso sí siempre pensando y defendiendo a los suyos. “Tenemos
argumentos como para creer en este equipo. Mariano y Urzaiz son muy buenos,
tengo argumentos para estar contento, estoy tranquilo, dominamos muchas
variables que se puedan dar en un partido, nos falta la presión con y sin
balón, tenemos que ir todos, pero tal y como estaba el partido esto suele
suceder".
Fue en enero, el día de San Sebastián donde todos, también el Icue, acabamos contentos y gustosos al ver a nuestro Cartagena dominador. Y así lo contó el Icue.
UN RINCÓN PARA DOCE.
Pedro Roberto
El Icue y…”ya estamos en Haro
que se ven las luces”
“Generalmente ganamos
la confianza de aquellos en quienes ponemos la nuestra”. (Pietro Metastasio)
Domingo, 20 de enero de 2013
Ha terminado el partido FC Cartagena
3 & Écija Balompié 0 y mi admirado Icue acaba de recordarme aquello que
se dice, esencialmente, en mi tierra: “Ya estamos en Haro que se ven las
luces”. La frase suele decirse cuando de noche nos acercamos a cualquier
pueblo y vemos su alumbrado. Desde que Pacheta llegó a la Ciudad Trimilenaria
se hizo la luz deportiva ganando once puntos de los quince en disputa. Nuestro,
vuestro y su equipo luce, desde su llegada, más que ese querido
Faro de Navidad que, emplazado en la bocana del puerto, alumbra, guía y hasta
es refugio de pescadores al anochecer.
Este pícnico entrenador al que un día el
Icue comparó con Clemente, ese querido y también enjuto Abad de Silos, impresiona
cuando habla, al poner luz en ese castellano de Román Paladino, que también
enhebra y tanto gusto da escucharle en las ruedas de prensa previas y después
de los partidos. Es exquisito en el decir, aquilatado, sobrio y perfecto cuando
se le tiene enfrente en esa distancia corta de la conversación sin ataduras. Se
le entiende todo: “Yo solo pienso en ganar partido a partido”. Les prometo que,
a no más tardar, lo comprobaré.
Este recio e inhiesto muchacho, criado a la sombra del ciprés silense habla como hablaba Machado cuando decía aquello de: “Bueno es recordar / las palabras viejas / que han de volver a sonar”. O, cuando el mismo poeta, nos recordaba aquello de: “Por dar al viento trabajo / cosía con hilo doble / las hojas secas del árbol”. He ahí pues de lo que “Pachetín” ha dotado a esta gran plantilla a partir de su llegada: Palabras viejas expresadas con nitidez, trabajo y ese continuo hilar lo cotidiano con el esfuerzo y la alegría de poder decir las cosas mirándose a los ojos. Esta es la luz que el salense ha traído a un equipo donde, hasta su llegada, solamente lucían las camisas de un engreído y soberbio entrenador, de corto verbo, que anhelaba exhibir promocionalmente sus prendas en el escaparate más cercano.
Este recio e inhiesto muchacho, criado a la sombra del ciprés silense habla como hablaba Machado cuando decía aquello de: “Bueno es recordar / las palabras viejas / que han de volver a sonar”. O, cuando el mismo poeta, nos recordaba aquello de: “Por dar al viento trabajo / cosía con hilo doble / las hojas secas del árbol”. He ahí pues de lo que “Pachetín” ha dotado a esta gran plantilla a partir de su llegada: Palabras viejas expresadas con nitidez, trabajo y ese continuo hilar lo cotidiano con el esfuerzo y la alegría de poder decir las cosas mirándose a los ojos. Esta es la luz que el salense ha traído a un equipo donde, hasta su llegada, solamente lucían las camisas de un engreído y soberbio entrenador, de corto verbo, que anhelaba exhibir promocionalmente sus prendas en el escaparate más cercano.
La situación deportiva de este equipo en este enero de cierzo y rebajas ha
dejado de ser desesperada y es por ello por lo que me propongo escribir
sólo de fútbol. Pero claro, al no presenciarlo, me siento como aquel poeta de
“Fresa y chocolate” que, al entregarle un ladrillo, preguntaba: ¿Dónde lo
pongo? Y es entonces cuando el ladrillo se convierte en balón y aparece el
equipo, su intensidad, su confianza y su solidaridad. Y ahí están Diego
Segura, Mariano Sánchez y Oscar Rico, que toma los balones para marcar él o
para que el francés los introduzca, esta tarde por partida doble, en la
portería contraria y, ¡a celebrarlos, media vuelta, y a seguir jugando! Los
macedonios ya han encontrado a su Alejandro. Su presencia tiene un reverso
balsámico, y ese efecto ya sabemos cómo se llama: Pacheta, ese entrenador que
solo desea que los suyos peleen humildemente partido a partido y nos ha
permitido descubrir que todos juegan, todos pelean para que el francés marque
goles, la portería se mantenga a cero, como en aquellos primeros en los que el
FC Cartagena de Victor permanecía imbatido y ¡Juanma a la cuenca minera de
Ponferrada! Por eso es bueno convivir con gente mejor. Este Pacheta es capaz de
presentarse él solo en la balconada del hermoso ayuntamiento cartagenero con el
ciprés de Silos a sus espaldas a celebrar el ascenso.
Esta tarde este equipo ya no es un caso
único, ni irreal. Es un equipo creíble arrancando pedazos de realidad y, ¡ojo!,
preparado para volver a hacer historia. Historia que esta tarde ha comenzado a
ser más verosímil al estar vivos, tan vivos, como bien vivo estaba Tragabuches aquel
gitano, rondeño y torero que perteneció a la partida de los Siete Niños de
Écija descerrajando tres tiros en la portería de Ramón y acabando con la
ilusión de este Écija de Miguel Rivera que venía al Cartagonova con la ilusión
de que el cartagenerismo disfrutase de un buen partido. Lo ha conseguido. Ya
nada puede sonar a fantasía.
Y hasta aquí, amigo Icue, hemos llegado. El Efesé ha vapuleado a los
ecijanos, extrayendo recursos de las piedras y sin tirar los euros, de momento,
en el vacío del mercado invernal y es que este Pacheta puede hacer
maravillas y hasta milagros y, además, se expresa en un buen, perfecto castellano
viejo para, sin cansarse, luchar contra los molinos de viento, porque “ya
estamos en Haro que se ven las luces”. ¡Ay, ay, ay!
Pedro-Roberto J.P. En
un “Rincón para Doce”. Dies 1/20: ante diem
tertium decimum Kalendas Februarias. Nº 273.
Texto y fotos El Rincón del Icue.
Copyright ©
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