Un entrenador o el representante del cuerpo
técnico del FC Cartagena o el vocero-portavoz, Simón Ruiz, decía al finalizar
el partido de aquel día, jornada 5ª de la temporada 2014-2015, que: “sí no se
puede ganar mejor no perder”, mientras el otro entrenador, entrenador de la UD
Melilla, Fernando Curras, apostillaba con: “el resultado siempre es justo”. Y,
repasando el Icue aquellas declaraciones, todavía, y ya ha pasado toda una
temporada, sigue sin saber por qué declaración optar. Es de risa que ambos
entrenadores llegasen a esta conclusión al finalizar el partido cuando este fue
un partido de infarto, o quizás por eso. Y hasta los reporteros llegaron a la
misma conclusión apostillando que: “del mal el menos y sabor agridulce al final
con el empate”.
Fue este un partido de rescate, en el que
se llegó a escribir “que la ilusión había sido recuperada; que el margen se
estaba agotando; que, por vez primera en lo que llevamos de temporada, el
Cartagena hizo más cosas buenas que malas. Que, por vez primera, el FC
Cartagena dominó más tiempo del que fue dominado. Y que, por vez primera, creó
más peligro en ataque que el contrario, que el Cartagena de ayer fue, por fin,
un equipo serio, compacto, unido, peligroso, ordenado y, por momentos, incluso
notable”.
¿Cómo se puede escribir esto cuando el
partido fue de los de rescate, de los de crisis en profundidad, de los que los
melillenses solo tuvieron que aguantar dos pequeños arañazos cuando los
norteafricanos se habían adelantado, por dos veces, en el marcador? Un partido
en el que, todavía, Julio Ribas seguía en Uruguay, aunque “los trámites van por
buen camino”, mientras se apostillaba que se “estaba en contacto permanente con
él, minuto a minuto, tanto en grupo como de manera individualizada”. El Icue
sabe que en el fútbol existen intangibles y que estos se escapan muchas veces a
la lógica. Y el FC Cartagena puede dar fe de todo esto.
El Icue y…cuando Gato con su maullido aportó un
punto
“¡Cuán
diversas sendas
se
suelen seguir
en
el repartir
honras
y haciendas!
A
unos da encomiendas,
a
otros sambenitos.
Cuando
pitos flautas,
cuando
flautas pitos”. (Luis de Góngora)
Decía Simón Ruiz en la previa al
partido celebrado esta mañana en el Cartagonova que: “El domingo pasado hubo un
accidente y hay que seguir adelante”. ¡Oiga, señor delegado del equipo,
respóndame!; Y lo de esta mañana ¿qué ha sido?: un contratiempo, un simple
percance, una gran desgracia, un infortunio, una gran catástrofe sin
damnificados, ¿un atropello con víctimas o un simple empate? El Icue, si usted
señor portavoz no me responde, sí sabe lo que ha sido: esto, amigo Simón, lo de
esta mañana, y puesto que estamos muy al lado del campamento de nuestras
fiestas, ha sido una continua borrachera de patatuses, síncopes, soponcios,
desmayos y congojas que han dejado a toda, a la escasa efesemanía, 2894, que
acudió al Cartagonova como eso, como unos auténticos gilipollas, porque esto,
incluida la mala suerte, no hay quien lo soporte.
Al terminar el partido y volverme
hacia mi residencia “Garnacha” en las orillas del Mar Menor no he hecho otra
cosa que pensar en esa frase: “No es miedo, es destemple”, que el gran Tony
Leblanc tiritaba en lo alto de un trampolín de diez metros en aquella memorable
escena de la película “Historias de la Televisión” en la que terminaría
estampándose contra la masa de agua de la piscina a la que se lanzó para
hacerse el machote delante de su novia. Le sacaron en camilla. Esto es lo que
el FC Cartagena ha tenido esta mañana ante la UD Melilla: miedo y destemple en
este partido de vía crucis. Ahora es cuando el Icue se ha dado cuenta del poco
valor que tenían las palabras de los de Sporto Gol Man 2000 cuando aterrizaron
en esta Ciudad Trimilenaria prometiendo “aires nuevos” que, amigos
efesemaníacos, están a punto de no llegar a conocer el otoño que, si no ha
cambiado el calendario Zaragozano de Mariano Castillo, ya anda por aquí. Con el
otoño, ya venido, nuestro, suyo Cartagena está para ser rescatado del desván en
el que lo ha introducido Julio Cesar Ribas, todavía ausente. No sabe el Icue si
Gladiator, en el tiempo que lleva entre nosotros, ha aprendido a jugar a la
petanca o a los bolos cartageneros. Estaría bien, de haberlo hecho, que su
aprendizaje le sirviera de palanca para, con paciencia, fuerza y tino, trazar
las nuevas líneas futbolísticas de este equipo sediento de ellas.
El FC Cartagena, a día de hoy, ha
triturado todas sus coordenadas. Se ha convertido en el paradigma del equipo
solvente, que despacha sus compromisos sin gloria y con mucha pena, con
sufrimiento, y ya con toda naturalidad. Este equipo tiene los nervios agarrados
al estómago y el miedo se le hace mitocondrial. Este equipo parece el equipo de
las conspiraciones, donde Limones discute con su defensa, de las
confabulaciones, de las conchabanzas, de los complots y de las conjuras se mire
por donde se mire. El estadio de la Rambla se ha convertido en el estadio del
miedo para el propietario y del éxito para el contrario. Es el estadio en el
que se juntan galgos con podencos y churras con merinas. Y donde la silla de
Julio Cesar comienza a oler a alcanfor y los mensajes de sus allegados exhalan
el mismo destemple y vértigo que Tony Leblanc sintió antes de aquel costalazo
en “Historias de la televisión”. Así, desde luego, lo ha hecho con la UD
Melilla, en la mañana festera de hoy en la que, de nuevo, ha mordido el polvo
de no ganar pareciendo ya un clásico resultado del Cartagonova.
Este equipo, y van ya cinco
jornadas, tiene agotada la confianza, está más de venida que de ida y su línea
de actuación negativa, hoy aminorada, continúa y no sale de la bancarrota. El
Efesé ya no admite otro debate que el de pelear con los equipos proletarios de
la Liga en este grupo IV, y es esa pelea la que le servirá, si llega, como
campo de pruebas para irse ajustando de cara a los duelos de alta alcurnia, los
que marcarán, si adquiere otra envergadura, continuar con su lucha por alcanzar
lo que dicen sus mandatarios es su objetivo. De momento la regresión sigue, a
pesar de ese maullido de Gato en la prórroga, rozando el minuto 91.
Recuerdo que, en 1965, tenía el
Icue diecinueve años, Umberto Eco estudió el problema de la cultura popular
estableciendo que sólo había dos formas de solucionarlo: la apocalíptica
(pesimista) y la integrada (optimista). Este es el ánimo cartagenerista que han
mostrado los 2894 espectadores asistentes al Cartagonova, donde la mitad, 1447
se han marchado pitando y sin ver el gol del empate, golazo del Gato, 2 -2, y la otra mitad, los otros 1447
han permanecido en sus asientos para relamerse de gusto con ese punto
conseguido.
Y, a pesar de esto, todo está
siendo duro, muy duro para nuestro FC Cartagena: es como si el Oráculo de
Delfos le hubiese impuesto a Gladiator una pesada penitencia para expiar sus
pecados y advertirle que esta Liga no es Disneylandia y que cada punto le va a
costar tinta china a nuestro querido Cartagena. Te darás cuenta, querido amigo,
que los equipos de este grupo tal vez no tengan demasiado glamour, pero les
sobra oficio. Que, posiblemente, no entrarán en puestos para jugar la fase de
ascenso, pero se lo pondrán muy crudo a cualquiera que se acerque por sus
inmediaciones. Y mientras tanto la efesemanía deslumbrada por un sol de
justicia en la mañana de dos maullidos. ¡Ay, ay, ay!
Pedro-Roberto J.P. desde el “Rincón del
Icue”. Dies 9/21: ante diem undecimum Kalendas
Octobres. Nº 341.
Texto El Rincón del Icue. Fotos
http://qapta.es/. Copyright ©
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