sábado, 19 de diciembre de 2015



Un entrenador o el representante del cuerpo técnico del FC Cartagena o el vocero-portavoz, Simón Ruiz, decía al finalizar el partido de aquel día, jornada 5ª de la temporada 2014-2015, que: “sí no se puede ganar mejor no perder”, mientras el otro entrenador, entrenador de la UD Melilla, Fernando Curras, apostillaba con: “el resultado siempre es justo”. Y, repasando el Icue aquellas declaraciones, todavía, y ya ha pasado toda una temporada, sigue sin saber por qué declaración optar. Es de risa que ambos entrenadores llegasen a esta conclusión al finalizar el partido cuando este fue un partido de infarto, o quizás por eso. Y hasta los reporteros llegaron a la misma conclusión apostillando que: “del mal el menos y sabor agridulce al final con el empate”.

Fue este un partido de rescate, en el que se llegó a escribir “que la ilusión había sido recuperada; que el margen se estaba agotando; que, por vez primera en lo que llevamos de temporada, el Cartagena hizo más cosas buenas que malas. Que, por vez primera, el FC Cartagena dominó más tiempo del que fue dominado. Y que, por vez primera, creó más peligro en ataque que el contrario, que el Cartagena de ayer fue, por fin, un equipo serio, compacto, unido, peligroso, ordenado y, por momentos, incluso notable”.

¿Cómo se puede escribir esto cuando el partido fue de los de rescate, de los de crisis en profundidad, de los que los melillenses solo tuvieron que aguantar dos pequeños arañazos cuando los norteafricanos se habían adelantado, por dos veces, en el marcador? Un partido en el que, todavía, Julio Ribas seguía en Uruguay, aunque “los trámites van por buen camino”, mientras se apostillaba que se “estaba en contacto permanente con él, minuto a minuto, tanto en grupo como de manera individualizada”. El Icue sabe que en el fútbol existen intangibles y que estos se escapan muchas veces a la lógica. Y el FC Cartagena puede dar fe de todo esto. 


El Icue y…cuando Gato con su maullido aportó un punto

“¡Cuán diversas sendas
se suelen seguir
en el repartir
honras y haciendas!
A unos da encomiendas,
a otros sambenitos.
Cuando pitos flautas,
cuando flautas pitos”. (Luis de Góngora)

Decía Simón Ruiz en la previa al partido celebrado esta mañana en el Cartagonova que: “El domingo pasado hubo un accidente y hay que seguir adelante”. ¡Oiga, señor delegado del equipo, respóndame!; Y lo de esta mañana ¿qué ha sido?: un contratiempo, un simple percance, una gran desgracia, un infortunio, una gran catástrofe sin damnificados, ¿un atropello con víctimas o un simple empate? El Icue, si usted señor portavoz no me responde, sí sabe lo que ha sido: esto, amigo Simón, lo de esta mañana, y puesto que estamos muy al lado del campamento de nuestras fiestas, ha sido una continua borrachera de patatuses, síncopes, soponcios, desmayos y congojas que han dejado a toda, a la escasa efesemanía, 2894, que acudió al Cartagonova como eso, como unos auténticos gilipollas, porque esto, incluida la mala suerte, no hay quien lo soporte. 

Al terminar el partido y volverme hacia mi residencia “Garnacha” en las orillas del Mar Menor no he hecho otra cosa que pensar en esa frase: “No es miedo, es destemple”, que el gran Tony Leblanc tiritaba en lo alto de un trampolín de diez metros en aquella memorable escena de la película “Historias de la Televisión” en la que terminaría estampándose contra la masa de agua de la piscina a la que se lanzó para hacerse el machote delante de su novia. Le sacaron en camilla. Esto es lo que el FC Cartagena ha tenido esta mañana ante la UD Melilla: miedo y destemple en este partido de vía crucis. Ahora es cuando el Icue se ha dado cuenta del poco valor que tenían las palabras de los de Sporto Gol Man 2000 cuando aterrizaron en esta Ciudad Trimilenaria prometiendo “aires nuevos” que, amigos efesemaníacos, están a punto de no llegar a conocer el otoño que, si no ha cambiado el calendario Zaragozano de Mariano Castillo, ya anda por aquí. Con el otoño, ya venido, nuestro, suyo Cartagena está para ser rescatado del desván en el que lo ha introducido Julio Cesar Ribas, todavía ausente. No sabe el Icue si Gladiator, en el tiempo que lleva entre nosotros, ha aprendido a jugar a la petanca o a los bolos cartageneros. Estaría bien, de haberlo hecho, que su aprendizaje le sirviera de palanca para, con paciencia, fuerza y tino, trazar las nuevas líneas futbolísticas de este equipo sediento de ellas.


El FC Cartagena, a día de hoy, ha triturado todas sus coordenadas. Se ha convertido en el paradigma del equipo solvente, que despacha sus compromisos sin gloria y con mucha pena, con sufrimiento, y ya con toda naturalidad. Este equipo tiene los nervios agarrados al estómago y el miedo se le hace mitocondrial. Este equipo parece el equipo de las conspiraciones, donde Limones discute con su defensa, de las confabulaciones, de las conchabanzas, de los complots y de las conjuras se mire por donde se mire. El estadio de la Rambla se ha convertido en el estadio del miedo para el propietario y del éxito para el contrario. Es el estadio en el que se juntan galgos con podencos y churras con merinas. Y donde la silla de Julio Cesar comienza a oler a alcanfor y los mensajes de sus allegados exhalan el mismo destemple y vértigo que Tony Leblanc sintió antes de aquel costalazo en “Historias de la televisión”. Así, desde luego, lo ha hecho con la UD Melilla, en la mañana festera de hoy en la que, de nuevo, ha mordido el polvo de no ganar pareciendo ya un clásico resultado del Cartagonova. 

Este equipo, y van ya cinco jornadas, tiene agotada la confianza, está más de venida que de ida y su línea de actuación negativa, hoy aminorada, continúa y no sale de la bancarrota. El Efesé ya no admite otro debate que el de pelear con los equipos proletarios de la Liga en este grupo IV, y es esa pelea la que le servirá, si llega, como campo de pruebas para irse ajustando de cara a los duelos de alta alcurnia, los que marcarán, si adquiere otra envergadura, continuar con su lucha por alcanzar lo que dicen sus mandatarios es su objetivo. De momento la regresión sigue, a pesar de ese maullido de Gato en la prórroga, rozando el minuto 91. 

Recuerdo que, en 1965, tenía el Icue diecinueve años, Umberto Eco estudió el problema de la cultura popular estableciendo que sólo había dos formas de solucionarlo: la apocalíptica (pesimista) y la integrada (optimista). Este es el ánimo cartagenerista que han mostrado los 2894 espectadores asistentes al Cartagonova, donde la mitad, 1447 se han marchado pitando y sin ver el gol del empate, golazo del Gato, 2 -2, y la otra mitad, los otros 1447 han permanecido en sus asientos para relamerse de gusto con ese punto conseguido. 

Y, a pesar de esto, todo está siendo duro, muy duro para nuestro FC Cartagena: es como si el Oráculo de Delfos le hubiese impuesto a Gladiator una pesada penitencia para expiar sus pecados y advertirle que esta Liga no es Disneylandia y que cada punto le va a costar tinta china a nuestro querido Cartagena. Te darás cuenta, querido amigo, que los equipos de este grupo tal vez no tengan demasiado glamour, pero les sobra oficio. Que, posiblemente, no entrarán en puestos para jugar la fase de ascenso, pero se lo pondrán muy crudo a cualquiera que se acerque por sus inmediaciones. Y mientras tanto la efesemanía deslumbrada por un sol de justicia en la mañana de dos maullidos. ¡Ay, ay, ay!

Pedro-Roberto J.P. desde el “Rincón del Icue”. Dies 9/21: ante diem undecimum Kalendas Octobres. Nº 341.

Texto El Rincón del Icue. Fotos http://qapta.es/. Copyright ©


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