El Icue y cuándo…el FC Cartagena se embarra en
el abotargamiento
Él vino en un barco
de nombre extranjero,
lo encontré en el
puerto un anochecer
cuando el blanco
faro sobre los veleros
su beso de plata
dejaba caer. (Rafael De León)
El Icue, desde que se inició en esto de comentar de
fútbol, en toda su plenitud jubilar, llega hoy a sus lectores, por vez primera,
un día después de haberse jugado el partido. Imponderables desplazamientos
lejos de su estancia en La Ribera, ocupaciones propias navideñas y otras
zarandajas a tener en cuenta, impidieron seguir el partido, ni escucharlo, a
través de otros medios propios al Icue cuando éste anda por sus tierras
riojanas. Pero, un día después, aquí estamos para contar reflexivamente lo que
intuimos pudo suceder en el Cartagonova, a esa hora, en vísperas del solsticio
de invierno, que ha hecho que el FC Cartagena se presentara cambiado y agarrado
del brazo del tiempo.
El FC Cartagena, no hay manera, de que saliese, en la
mañana de ayer, de ese letargo abotargado con el que acudió el pasado domingo
al campo del vecino murciano para dilucidar eso que hemos convenido llamar
derbi en fraternal convivencia. Y ahí lo tienen embotado, sin despertar, como
achatado, como oscurecido a pesar de la hora en la que jugó y tratando de
esconder el compás para que su jugadores-orquesta no pudiesen bailar ante la UD
Melilla ese reprensible y molesto 1 – 1
que no le sirve ni como aguinaldo a introducir en ese su zurrón y poder
marcharse felices a disfrutar de unas vacaciones de Navidad
que el Icue no sabría si calificar de merecidas o inocuas.
Ahí está pues, ahí lo tienes, querido Icue, como se dice
en la letra del poema Tatuaje de Rafael de León. Ahí está, ya marchó, ese
equipo “que vino en un barco de nombre extranjero, lo encontré en el puerto un
anochecer cuando el blanco faro sobre los veleros su beso de plata dejaba
caer”. Y que apareció sobre el verde del Cartagonova “hermoso y rubio como la
cerveza; el pecho tatuado con un corazón”. Y que hace unas horas obligó a
nuestro Efesé a permanecer instalado en el tedio, ¡qué tedio!, en esa desgana
que les atormenta y martillea como si fuese, parafraseando a Ortega, la
actividad más desalmada de todas las actividades posibles. Desgana, hartura,
apatía, desinterés e inapetencia, cosa no nueva, y que ya sabemos está presente
desde el Egipto de Amón y Tebas, desde Alcibíades, desde Julio César y Bruto y
desde Nerón, Constantino y Teodosio...
Hoy el Icue estaría gozoso de escribir de otras de
situaciones más positivas y no tan negativas en un deportista como son el
tedio, las desgana, la hartura, apatía, desinterés e inapetencia futbolística.
El Icue no lo hará, no estuvo presente, lo dejo para que lo hagan o describan
los gaiteros y tamborileros de turno. Queden ellos con sus tópicos y sin
atrevimiento para escribir y esgrimir, siquiera sea una sola vez, algo nuevo,
algo original, algo inteligente, algo ocurrente, algo que no hayan repetido
miles y miles de veces.
Hoy el Icue, “ande, ande, ande la marimorena”, no va a
callar ni enmudecer. Hoy está triste por lo sucedido ayer mañana en el
Cartagonova y desearía despertar a algunos vacilantes aficionados de ese su
sopor en el que llevan inmersos desde que comenzó la temporada. Algunos hasta
hablaron a gritos cuando menos nos importaba. Allá ellos con su ridículo y
contradicción, son vendedores de feria y meros voceros de propaganda, la suya,
sin razón, sin reflejos, pura farfolla. Y
mientras y a pesar del resultado aquí queda el Icue, esperanzado y sigiloso ya
que entiende que el amor verdadero no se pregona; se confiesa en voz baja. Y
los demás, que sigan tocando la zambomba.
El Icue sabe y así lo manifiesta que el FC Cartagena está
abotargado y hasta confuso por el partido perdido la pasada jornada y después
de la buena racha de triunfos en las últimas semanas anteriores al
abotargamiento. Esta mañana era la ocasión de demostrar que, tras el shock del
clásico, el equipo volvía a ser competitivo ante un equipo, hay que reconocerlo,
sin verdadero peso. No lo hizo.
Quisiera pensar y desear el Icue que el vientecillo dulce
que, me dicen, ventilaba en la mañana de ayer el Cartagonova, ventilará,
aireará mejor, el fútbol de nuestro Cartagena, sin gritos ni aspavientos y con
ganas de lazar a los cuatro vientos aquello de “aquí estamos, no nos deis por
muertos” y que, después del descanso, fundamentará todo en ese fútbol con
brotes de orgullo, con algo de fuego, con toque-toque, basculación de banda a
banda, jugadores moviendo y moviendo el balón para que los de arriba, aunque
bajitos, “meninos” dirían otros, estiren el cuello para rematar y volver a la
rachita de resultados de las últimas semanas, con victorias ante adversarios de
medio nivel, con fútbol de nervio y buen gusto para domar a gatos y aguijonear
al contrario, aunque el Efesé solo sea una pequeña guarida de leoncillos. El
Icue desea, no es mucho pedir, un equipo veloz, a veces en paredes, otras
aperturas, incluso en balones largos y sin marmóreos defensas y medios-centro.
El Icue pide, no es mucho pedir, un cambio de actitud en
este parón, que puede venirles estupendamente, para que los puñales
futbolísticos vuelvan a vestirse dejando de estar desnudos en nuestro FC
Cartagena. Y así la cosa dejará de estar confusa, porque estando ahí, tocando
la segunda vuelta, solo nos esperan alguna horda bisoña, algún equipo producto
de quinta del biberón y algún frente ensangrentado, al tener que recibir en el
Cartagonova alguno de los que nos preceden en la tabla clasificatoria como si
fuesen a desfilar como pase de modelos y casting, pero cuidado, que pueden
aparecer nuevos reclutas con aspiraciones de destruirnos o enviar al asilo a
los de siempre. Tranquilos, el Icue ve a su Cartagena como remero y con
capacidad de llevar el timón. Víctor tiene antecedentes cartageneristas de la
buena época de JIM y sabe bien que hay un camino en las costas cartageneras
sembrado de cruces y pepitas de oro, en recuerdo de los lobos de mar que
naufragaron en las Costas de Levante cuando se torcieron los huracanes.
El Icue termina, les felicita las Navidades deseando que
todo lo anterior deje de ser confuso y vacilante, que insisto: íbamos bien, no
había más que ver la cara del jefe, pero fuimos otra vez a Murcia y como en la
verdadera Condomina nos pusimos a cantar aquello de: “Mira mi brazo tatuado /
con este nombre de mujer. / Es el recuerdo del pasado / que nunca más ha de
volver”. ¡Ay, ay, ay!
Pedro-Roberto J.P. desde el “Rincón del Icue”. Dies 12/20:
ante diem duodecimum Kalendas Ianuarias. Nº 386.
Texto El Rincón del Icue. Fotos http://qapta.es/.
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