El Icue estuvo
allí y puede contarlo
El Icue tuvo la suerte, la bendita
suerte de estar allí. La bendita suerte de ver en el Nou Camp jugar al fútbol a
los Menudo, Fernando, Limones, Antoñito, De Lerma Megias, Fede, Zurdo, Savu... guiados
por el gran Mariano, conducidos por el recordado Luis Tevenet y gobernados por
el presi, el hermano, el amigo Fran de Paula y esa gran señora, siempre señora,
Cristina Bustillo. Todos juntos, todos felices, todos unidos, todos uniformados.
¿Eran aquellos que mis ojos vieron gozar, divertirse los futbolistas de mi
Cartagena o me los habían cambiado? No, eran ellos, aquellos que entre si y
familiarmente se llamaban: “Mari”, “el Puma”, el “Liki”, el “Pibe”. el “Cali”, “William”,
“Vinagre”, el “Barbas” y el “Enano”. Todos aparecieron por la bocana de salida al
césped del Nou Camp como niquelados y nada nerviosos. Eran casi todos como
hermanos, también el hermano mayor Tevenet. Todos lucían cachito. Alguno hasta
se atrevió hacer de Mouriño y quiso fotografiarse junto al señor de bigotes,
testigo preferente de la escena aquella del dedo en el ojo, como queriendo
hacer lo mismo. Todos sonreían, todos estaban en el Nou Campo y todos iban a
ser tratados, así fue, como si fuese un equipo de Champions.
Es allí, junto a esa gran familia y grandiosa muchachada donde
el Icue entendió lo que era el fútbol y disipó esas dudas de que el fútbol es un espectáculo, ceremonia y deporte, según, y que
cuando se mezclan adecuadamente, ¡¡¡bueno!!!, es como si Dios nos premiara con
un once en placer, o felicidad, que viene a ser lo mismo. Y además, como diría
José Luis Garci “el fútbol es una religión, una metáfora de la vida, un recreo
condensado en noventa minutos (a veces, en ciento veinte), un juego en el que
se dan la mano la infancia y la ambición, la justicia y la injusticia, la
venganza, la memoria y el olvido”. Y eso es lo que el Icue vivió y aprendió
junto a ellos aquel día dichoso de un 18 de diciembre del año de gracia de 2013,
que hoy hace un año. ¡¡¡Recuérdalo!!!
Aquella mañana amaneció pronto y fue
con sol, ese sol que llevaban en sus petates y en sus caras esos 2000 efesemaníacos
venidos en un convoy especial fletado desde la otra orilla del Mediterráneo. Aquel
día amaneció mágico. Todo era mágico cuando el Icue caminaba hacia la estación
de Sants para esperar a toda la gloria de la efesemanía condensada en cada vagón
de ese tren especial. Todo era mágico cuando el Icue veía lucir con orgullo el
color blanquinegro de sus colores por las Ramblas y calles adyacentes, Paseo de
Gracia y hasta por los aledaños de la Sagrada Familia. Todo era mágico cuando esa
atmósfera única comenzó a recorrer los
alrededores del estadio como cualquier día de partido, pero hoy especialmente, y
es que jugaba el FC Cartagena en el Nou Camp. Allí estaban ellos, los de la
Ciudad Trimilenaria, esos benditos seguidores que siempre arropan y con el
mismo fervor a su equipo.
Y a medida que el Icue, acompañando a
Onda Regional, siguiendo a Juan Pedro y a Diego de Haro, se iba acercando al
coliseo, su vista se inundaba de colores, era la noche vestida de blanco y
negro hasta el infinito arropada por un espléndido calor mediterráneo. Fue la
noche en la que la retransmisión que hizo la emisora regional para todos
aquellos que no pudieron subirse al convoy del fútbol cartagenero estuvo
presente, la música, la danza, la poesía, y la nobleza, la suerte y la mala
suerte, el castigo y los mitos y los ritos y, por supuesto, el fútbol. Fue la
noche en la que el Icue fue testigo de esa leyenda que el FC Cartagena comenzó
a escribir desde el tren. ¡¡¡Qué tiempos los de ayer, qué tiempos los de hoy y
qué pena!!!
El Icue y…la
leyenda catalana desde el tren
“No
los subestimamos. Simplemente eran mucho mejores de lo que pensábamos”. (Sir Bobby Robson)
Acabó el partido y la
grada, respetuosa ella, no pidió a los
suyos a través de ms un gol más, no lo hicieron, y es que vieron en el FC
Cartagena simpatía, cariño, magnífico fútbol, perfecto planteamiento y respeto
a esos jugadores que hasta hace muy poco tiempo sólo los habían visto en los
cromos, como los demás, me refiero a esos miles efeseistas que nos juntamos en
el Nou Camp. Todo se acabó, bueno, todo no. Nos queda el recuerdo, el
divertimento, la ilusión y el ver como nuestros jugadores se tomaron esta
eliminatoria en serio, dieron un pasito en su esfuerzo y derrengados ya sólo
les queda pelear por su Liga y destrozar, deportivamente hablando, a todo lo
que se le ponga por delante desde hoy hasta ese mes de mayo de gratos
recuerdos. Hoy, querido Icue nuestro equipo ha sufrido pero lo ha hecho mejor
que aseadamente, lo ha hecho con firmeza
y sufrimiento hasta aguantar ese injusto 3-0.
Y el Icue quedó entusiasmado viendo cómo por los
vomitorios de los andenes de Sants eran “vomitados” cientos y cientos de
efesemaníacos después de unas cuantas horas, nueve, de viaje a través de esos paisajes
mediterráneos entre el Faro de Navidad y
la estatua majestuosa de Colón anunciando una esperanza. Llegaron gozosos
enfundados en sus banderas y arropados con las coloristas bufandas, hacía ese
frío del mediodía mediterráneo que tan bien todos conocemos y lo han hecho a
través de campos cultivados de naranjos y limoneros, a través de esa campiña
tarraconense antecesora de sus ancestros romanos y zigzagueando entre los pueblos
con azul mediterráneo. Y a medio camino,
una parada para echar un trago. Y allí, al final del viaje, les esperaba esa
plaza abierta, de fachada amplia y severamente acristalada de esa estación
modernizada de Sants como una metáfora del viaje mismo, como una experiencia
que, aun de forma involuntaria, hasta pudo cambiar la vida de estos viajeros en
esta isla de civilizaciones y mitologías superpuestas. El tren llegó puntual y
una vez franqueado el vestíbulo, el grito de ¡EFESÉ, EFESÉ, EFESÉ! comenzó a
propagarse a través de la ancha franja azul del Mediterráneo. Todos se
mezclaron: aficionados de nuestro querido FC Cartagena, payeses, turistas,
inmigrantes y emigrantes, cada grupo con un equipaje y colorido específico
corrían por el vestíbulo buscando su próximo destino. El viaje terminó hasta
dentro de unas horas en las que iniciará la vuelta cuando comiencen a cerrarse las
cicatrices de la derrota y comiencen a restañarse costrosas heridas de esta
inolvidable experiencia.
Es aquí cuando el Icue se dio cuenta de que Barcelona se ha despertado esta
mañana pintada de blanco y negro, con cruces blancas en sábanas de carmesí y
benditos efesemaníacos envueltos en sus colores, que también son los nuestros.
Es aquí cuando, paseando por el centro de la ciudad, se ha dado cuenta que la ocupación
de cafeterías y restaurantes es una realidad y, que al subir al metro, éste siempre
transportaba algún cartagenerista venido de La Aljorra, Santa Ana o San Pedro
del Pinatar y La Ribera. En Barcelona hoy el Icue solamente ha visto escudos de nuestro equipo,
familias, amigos e hinchas solitarios con camisetas, banderas en sus manos y sentados
con compostura educada en los aledaños de esa fuente sagrada para el
barcelonismo que no es otra que la de Canaletas. Se trataba de hacer tiempo ya
que el partido estaba señalado para las diez de la noche en el Camp Nou. Hubo
incluso algún efesemaníaco amigo, me los tropecé en el colorista y
perfectamente organizado Mercado de la Boquería, que se atrevió a invitarme a
una “porra”, que por muy difícil que sea el triunfo contra el equipo de Messi,
iba encaminada a la victoria blanquinegra. “Mi corazón dice 0-1 y me conformo
con llegar a la tanda de penaltis”, explica ese cartagenerista hincha, cerveza
en mano y sonrisa puesta. Obviamente no lo acertó pero él tenía su corazoncito.
Pase lo que pase esta noche, se va a divertir, seguro que se divertirán, amigo
Icue.
Sé que, lo he visto y comentado desde la cabina 10
asignada a esa emisora de rango público que es ONDA REGIONAL DE MURCIA, el partido no fue ningún suplicio para
nuestro FC Cartagena. Es cierto que el Barcelona en fases del partido les
arrebató la pelota a los nuestro. Es cierto que el Barcelona dejó atrás a su
once tipo, pero ni con esas fue capaz de romper a un rival bien colocado, con
un manejo aceptable de la pelota, una defensa
perfectamente organizada en la que el mando y orden de Mariano, bien
asistido esta noche por Cacho y Zurdo con la compañía de Astrain, se notaba y
un centro del campo en el que Megías, Carlos David y De Lerma se bastaban para
lanzar a la contra a un solitario y peleón e inquietante Menudo. Ni en la
primera, ni en la segunda parte el Efesé perdió la iniciativa, el grupo se
apretó contra el balcón de su área y no concedió ninguna opción al oponente.
Me di cuenta, era una gozada y privilegio, ver como la máquina
del Barcelona funcionaba como un reloj, más allá de las piezas que escogió “Tata”
Martino. Comprobé y se me abrieron las carnes cómo el fútbol es injusto y
caprichoso. Reconocí cómo el técnico, ese admirado Tevenet, fue fiel a sus
ideas, cómo ejerció de entrenador dejando sus caprichos fuera del estadio y
cómo plantó cara a este Barcelona, que lo ha ganado todo, en su estadio. Diré,
querido Icue, que este entrenador fue justo con sus jugadores, los que jugaron
y los que no lo hicieron, antes que caprichoso.
Ya sé que nuestro equipo perdió 3-0,
pero les costó a los catalanes. Ya sé que el Barcelona mandó con la autoridad que emana de
un equipo hecho con firma de talonario. Pero también, déjenme que lo diga, el
FC Cartagena, con su alineación, tiene en su rebotica piezas de recambio. No
dudo que, a partir de ahora, van a ser demoledores. Tácticamente perfectos,
interpretando la hoja de ruta como si ya conocieran el camino de memoria, ejemplo
perfecto de cómo vive este equipo. Una cosa para terminar: Así, visto lo visto,
vamos a comenzar a escribir la vida de un equipo incomparable. El resultado de
ayer es este relator no le importa nada. Mejor, le importa un pimiento.
El Icue, después de la experiencia, debe volver a encontrarse con el frío y
con esa niebla y nieve que caerá sobre las arañas para esperar la fiesta de
primavera que este equipo honrará en mayo para salir de este réquiem invernal
que hoy, cuando la noche es fiesta de duelo, acaba de enterrar todas las
supersticiones posibles para engancharse a una serie de ritos, iconos futbolísticos y encender con
fuego cartagenero la celebración de lo que a este EFESÉ le espera. ¡Ay, ay,
ay!,
Pedro-Roberto
J.P. desde un “Rincón para Doce”. Dies 12/17: ante diem sextum decimum Kalendas Ianuarias. Nº 313.
Texto La Medusa Paca. Fotos
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