domingo, 14 de febrero de 2016





 El Icue y… cuando ¡por fin! esto no debe parar 

“Si alguna vez me desvío del camino, recuérdame por dónde he de andar.” (Anónimo)

El presidente Belmonte encargó al castellano-manchego Alberto Jiménez Monteagudo, nacido en Valdeganga, pueblo albaceteño, y que hace honor al pueblo en que nació porque visto lo visto este personaje es toda una ganga para el FC Cartagena: los euros que ha costado han sido pocos y el tiempo por el que ha firmado todavía es menor, tan exiguo es que sólo va a durar desde la semana previa a la Cuaresma, pasará por la Semana de Pasión, tiempo a disponer para empaparse del espíritu procesionista cartagenero, sin saber cómo se desarrollará el domingo de Resurrección, domingo a jugar contra el Granada CF B. Dice el Icue más arriba que el rector Francisco Belmonte Ortiz ordenó al de Valdeganga dirigir al FC Cartagena y han pasado 11 días y 11 noches desde aquella fecha del 3 de febrero pasado próximo, y esto es tiempo menguado con respecto a los 40 noches  y 40 días de la duración del Diluvio Universal. Pero como todavía estamos en Domingo de Piñata esta tarde, haciendo honor a ello, este equipo se ha despojado de todas las máscaras y ha invitado a la efesemanía a todo un recital de fútbol, en el que los peleles dejaron de desfilar y los hilos del tabladillo fueron manejados de otra manera. El nuevo entrenador hoy ha demostrado que tiene una aspiración: reflotar todo lo anterior dejándose llevar por la inercia de lo que quiere cambiar, ha demostrado tanto esta tarde que esto huele, no a chamusquina, sino a ventura, dándonos la razón a aquellos que cuando todo era negro, manifestábamos que en esta plantilla había mimbres para confeccionar otros cestos. Y esto, querido Icue, es de agradecer, sobre todo para aquellos que observando como apuntaba la tarde hemos dicho: yo me acerco hasta el Cartagonova, aunque caigan chuzos y allí estuvimos 2711 efesemaníacos: FC Cartagena 3 – Mérida AD 1.


Chuzos, estimados lectores, no han caído, pero goles sí. Y me alegro. Me alegro por Juan Carlos Menudo, cuánto ha sufrido este zagal su sequía de goles, cuánto lo han increpado y cuánto lo han despreciado. Y él todo un señor, todo un profesional, todo un sufridor, todo un futbolista con ganas de gol, silenciosos y tragándose todo para no reventar ni perjudicar al equipo y a su manera de ser. Y me alegro por Chus Hevia, jugador que volvió del Racing de Santander al Cartagonova, estadio del que no debió irse. Qué bonito sería el futbol si el partido fuese serio. Pero en el Cartagonova esto no es posible. Nuestros jugadores ni se pegan palizones, ni plantean dificultades a los contrarios, ni se aportan soluciones futbolísticas y ni corren a goles a sus rivales. Nada de nada. Y eso que hoy todo empezó igual que a partidos anteriores en el Cartagonova: en tromba. Gran pase de Chus Hevia a Menudo, minuto 5 del partido, y éste cruza perfecto y hace el primero y el partido, a partir de ese gol, entró como en un vector, flechado y Menudo, adornándose con una paradiña, volvió a marcar con un penalti el segundo cuando transcurría el minuto 15.  Y así hasta  el minuto 37 en la que apareció Chus Hevia, ese hijo pródigo venido de Santander, que en una internada de Jesús Alvaro por la izquierda, le ofreció el pase de la muerte para que marcase el tercer y definitivo gol para el Efesé que me recordó como cuando en los westerns los jinetes pasan de un caballo a otro en pleno galope.


Si el Icue tuviera que caracterizar el partido celebrado esta tarde, en tarde muy, muy, muy ventosa y que se fue enfriando a medida que avanzaba, lo caracterizaría con tres rombos, aplicándolos exclusivamente a lo sucedido en el primer tiempo. Como aquellos símbolos negros que aparecían en la tele de dos canales y sin mando a distancia cuando la programación que se iba a emitir no era la adecuada para un público menor de edad. Tres rombos y a la cama…a dormir, sin rechistar. Los mayores se podían quedar, los pequeños a rezar las cuatro esquinitas y al sobre porque en la tele ponían algo que no llegábamos ni a comprender, pero que intuíamos como lo más salvaje del planeta. Maldita sea. Quiero ser mayor para poder ver y comprender partidos, primeras partes, como el jugado en el Cartagonova entre el FC Cartagena y el Mérida AD. Rombos para advertir que el encuentro iba en serio, que su contenido y el temporal sólo estaba a disposición de los adultos, que comprendieron al final de los cuarenta y cinco primeros minutos que lo visto era fútbol de verdad, ese que sirve para engancharnos a la Segunda División B con absoluta pasión. Rombos para dibujar una lucha de dos gigantes, venidos a menos, con mucho en juego: tres puntos, el mantenerse en la mitad de la tabla, aspirar a algo más… la vida con tres rombos negros seduce a cualquiera si se genera dentro de un campo de fútbol. 

Lo de los tres rombos lo dejamos fuera de la segunda parte. Esta cayó en tarde fea, pero fea, fea, fea de fútbol, tan fea y negra se convirtió que sólo sucedieron las siguientes cosas: minuto 65, increíble tarjeta roja a Ayoze; en el 81 un ¡uy! en una falta muy peligrosa del Mérida que Menudo sacó de la línea de gol; en el 87 se retiró Cristo y debutó Gladestony y que en el minuto 89, ante el torbellino de viento y lluvia, el público comenzó a marcharse.

Y colorín colorado…El Icue me recuerda para terminar que cada vez que se marcha del Cartagonova no hace otra cosa que reflexionar con lo que los aficionados van comentando al salir del estadio: “esto ya lo ha cambiado Monteagudo”, cuando en partidos anteriores escuché aquello de: “esto no hay quien lo arregle, ni por activa ni por pasiva; “esto no hay quien lo cambie y, además, de no poder ser, es imposible” se decía ayer para agregar hoy que “esto ya ha cambiado para bien”. Son, apreciado Icue, ya sabes, los mismos latiguillos, circunloquios, perífrases pedantescas para expresar con rodeos algo que se puede decir de manera llana y precisa. Pero si nuestro castellano es una lengua majestuosa, se marchita con ese fútbol que, a veces, desarrollan nuestros futbolistas y así no hay manera, aunque como dice el del Valdeganga: “En casa hay que ser un equipo duro” añadiendo el Icue, y, además, goleador. ¡Ay, ay, ay!

Pedro-Roberto J.P. desde el “Rincón del Icue”. Dies 2/14: ante diem sextum decimum Kalendas Martias. Nº 389.


Texto El Rincón del Icue. Fotos http://qapta.es/. Copyright ©

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