El
chato Amaro
Foto cedida por Juan
Antonio García Bermúdez
Lo conocí y hasta lo traté,
poco, pero lo traté. Yo tenía 15
años cuando por primera vez le vi y le tuve enfrente. Fue en la cantina del
Almarjal, aquella vieja cantina situada al lado de la tribuna del gol sur,
entrando por la puerta principal a la derecha y justo enfrente de esa portería
en la que él, rompiendo la red, marcó el no-gol de gratos y tristes recuerdos.
Me lo
presentó Patricio Juan López Pérez, hijo del asentador de la cantina y amigo
personal de esa cuadrilla que formábamos juntamente con Manuel Lloris Molina y
José Luis Muelas Cayuelas. Recuerdo que fue un mañana de la Navidad de 1960 en
la que nos habíamos trasladado a presenciar el entrenamiento dirigido por el
entonces entrenador Ventura Martínez. Allí estábamos tomando el aperitivo
cuando apareció Amaro junto al otro gallego de la plantilla Luis Cid Carriega y
el portero suplente Sierra. Lo conocía desde fuera, desde las gradas y me
impresionó estar ante un señor mayor, alto y algo rechoncho, vamos un cañoncito-pum
en pequeño, luego me dijeron que hasta con mala leche y algo gruñón. Me quedé
mirándolo, bueno mirándolos, no eran mis ídolos, ya jugaban poco y por lo tanto
no daba opción a verlos. Tomaron lo que tenían que tomar y se marcharon y allí
quedamos nosotros recordando la anécdota del no-gol y fundamentalmente aquella
su caída del balcón de su casa por la que su nariz se vio afectada, apodándolo
desde aquel entonces como “El Chato”.
Hoy, dejando
para otro post la continuación anecdotaria, les aporto otra verídica
historieta, y por tanto no leyenda urbana, de lo que sucedió en Granada, en el campo de Los Carmenes, un
día de diciembre de 1953, jugando un partido de fútbol contra el Málaga en la
que lesionó muy gravemente al jugador malacitano Antonio Serrano.
Aquella
tarde el gran Norberto recibió, sin duda, los adjetivos más duros de toda su
carrera futbolística. Tan duro fue aquello que así titularon y escribieron en
Granada.
Lo que aquí se aporta fue escrito en el
Blog 500 y un Ramos y tal cual lo transcribo.
EL FIERO AMARO
En la
historia del Granada CF hay dos récords, ambos de dudosa honorabilidad, que
ostenta un mismo futbolista: el de haber sido “obsequiado” con la mayor bronca
hacia un jugador local en Los Cármenes, y el de haberle sido impuesta por las
autoridades federativas la mayor sanción que nunca recibiera un futbolista del
Granada.
Hablamos de
Amaro, delantero centro gallego (tío de Amancio Amaro) fichado por el Granada
para la temporada 1953-54, que venía precedido de fama de goleador después de
haber militado en Orensana, Cartagena y Murcia, y precedido también de fama de
violento y conflictivo. Su debut de rojiblanco en partido oficial fue
afortunado, ante su anterior equipo, el Murcia, al que marcó en el último
suspiro el gol que daba la victoria al Granada en la primera jornada y en Los
Cármenes. Ya en su debut dejó detalles de su fiereza, que confirmó dos partidos
después ante el Alcoyano, con el que provocó incidentes en los vestuarios.
Quizás por
eso Manolo Ibáñez, míster granadinista, lo mandó los siguientes partidos a
jugar en el filial Recreativo, del grupo sexto de Tercera, donde siguió
marcando goles y destacando, y también dando que hablar por su conducta muy
poco deportiva, en especial en su partido frente al Betis. Así hasta que en la
jornada diez, ante la visita del Linense, vuelve a ser convocado para el primer
equipo y se destapa con una gran actuación personal y dos goles, por lo que
vuelve a contar para Ibáñez.
Dos jornadas
después, en la doce, nos visitaba el Málaga. Los Granada-Málaga siempre fueron
algo más que un simple partido de fútbol para convertirse en una especie de
plebiscito entre dos ciudades en el que andaba por medio la primacía de una
sobre la otra, como corresponde a buenos vecinos. En este caso además había más
leña que echar al fuego puesto que los “odiados” boquerones venían como líderes
del grupo Sur y el Granada andaba clasificado en el cuarto puesto, a tres
puntos, y sus aspiraciones a todo, a estas alturas de la liga, todavía estaban
intactas. Así que en un clima de gran pasión y con las gradas a rebosar, en las
que había más de cinco mil malagueños llegados en trenes botijo y mil vehículos
más, echó a rodar este derbi en el que muy pronto subió aún más de tono la
calentura general, cuando, según las crónicas locales, el delantero malacitano
Juan fue el que dio primero, lesionando a González de un cabezazo y después a
Piris, de un puntapié en el hombro. En ese clima cada vez más caldeado y
abundante en juego subterráneo por las dos partes, a poco del descanso Amaro
ponía una escalofriante plancha al medio malagueño Serrano, que no había
intervenido en ninguna de las varias acciones antideportivas, y le producía
fractura abierta de tibia y peroné. Amaro fue expulsado a continuación por el
árbitro Casals, pero la pita que recibió mientras se retiraba fue, además de
ensordecedora, general, sin distinguir los colores de su camiseta. Rafa marcó
el solitario gol que dejaba los dos puntos en casa.
Algunos días
después en Ideal se podía leer: «El Comité de Competición en reunión de 10 de
diciembre de 1953 impuso, entre otras, la sanción siguiente: Jugadores. Segunda
división. Suspender por dos años a Norberto Amaro Domínguez (Granada F.C.
(sic)), por acción violenta e intencionada a un contrario, lesionándole
gravemente, teniendo además reiteradas notas desfavorables, por haber sido
sancionado anteriormente ocho veces por faltas y violencias cometidas; caso de
que el jugador lesionado quedase imposibilitado para la práctica del fútbol, se
le retirará la licencia (Arts. 102, 103 y 136)».
La víctima,
el prometedor joven de 21 años Antonio Serrano Ocaña, natural de Almería y que
pertenecía al R. Madrid, que lo tenía cedido al Málaga, ya no volvió a jugar en
lo que quedaba de temporada ni en la siguiente. Hasta la 55-56 no volvió a
pisar un terreno de juego. Esa temporada volvió por Los Cármenes faltando poco
para el final del campeonato, enrolado en el Jaén que con Millán de
insustituible en la defensa tenía ya pie y medio en Primera, y arrancó un
empate a tres siendo uno de los destacados de su equipo. Al año siguiente jugó
en el Jaén en máxima categoría y posteriormente en el Hércules, ya de segunda.
Amaro
después de aquella tarde de diciembre de 1953 frente al Málaga no volvió a
jugar más en el Granada ni en su filial. Pero al finalizar la temporada 53-54
se benefició de un indulto general que concedió la Federación como homenaje a
Zarra y fichó para la 54-55 por el Hércules, recién ascendido a Primera, con el
que empezó jugando y goleando para pronto desaparecer de las alineaciones por
una lesión y pasar ese mismo año al Levante, de Segunda. Que sepamos, ya no
volvió a dar que hablar su vena violenta y su carrera continuó por varios
equipos hasta encontrar acomodo definitivo en Cartagena, donde es recordado
como uno de los mejores futbolistas que por allí pasaron.
Foto capturada de la página de Facebook Cartagena Antigua
Texto La Medusa Paca. Copyright ©
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