El FC Cartagena
en sus días de enero
Termina enero
y el FC Cartagena, después de volver de las vacaciones navideñas y comenzar la
segunda vuelta de su Liga, se ha quedado
aterido y medio congelado al cosechar sólo seis puntos de los doce que le
correspondían. Y lo malo no es esto, lo peor es que habiéndose enfrentado a dos
de los rivales directos a competir entre sí para alcanzar puestos de ascenso se
ha parado y quedado como aletargado, sonado, como le sucedió a Tom Simpson cuando iniciaba las primeras rampas del Mont
Ventoux en aquel
verano de de 1967. Termina enero este nuestro y vuestro
Cartagena está famélico, inseguro, sin fondo, con la respiración cortada y en
un entorno casi de película de miedo.
Tanto miedo le da al Icue la situación que no hace
otra cosa que pensar que las sombras, espectros, ánimas o duendes de los
“Pacos”; Paco Gómez, presidente y Paco López, ex gerente de Don Francisco, todavía
habitan por La Rambla. Los veo, bueno, sus sombras como queriendo intrigar para
que no se lleve a cabo la abdicación volátil del “Paloma”.
¡Váyase usted D. Francisco porque si años atrás fue un riesgo para la
estabilidad del FC Cartagena ahora lo es más por esa deuda que nos apremia!
¡Qué callado se lo tenían ustedes desde aquel mes de enero en el que ambos
fulminaron con su destitución al señor Buitrago, al señor Rufete para finalizar
con ese otro caballero de la vida y del fútbol que se llama Juan Ignacio Martínez
Jiménez!
Si cuando llegue el calor, ese calor pegajoso de
los últimos días de Julio, toda la congoja de hoy no ha pasado, todo puede ser
insoportable y quizás sea tarde para recibir avituallamiento y tomar ese bidón fresco que contenga algo de reconstituyente para salir
del paso o para caer desfallecidos y que nos arrastre la marabunta. No se le olvida
al Icue que nuestro club anda en tiempos de crisis y en épocas convulsas que están
agravando la situación. A la ruina económica, en ella estamos, le puede
acompañar la ruina deportiva y la efesemanía y cartagenerismo en particular y
los cartageneros en general pueden terminar sorprendidos, taciturnos y
desolados al comprobar la catadura de quienes dirigen el cotarro, o al menos de
aquellos que nos lo donaron.
El Icue, en sus tiempos universitarios, tuvo un
compañero de Colegio Mayor, Vicente, que así se llamaba, era hijo de un señor muy importante del pueblo alicantino de
Agost y siempre se estaba riendo. Recuerdo que entre sus innumerables virtudes
destacaban un par: era la persona que
mejor sabía decir la palabra BOBO, la pronunciaba así, con la boca llena de aire, en
mayúsculas; y sabía dar puñetazos muy certeros en la parte superior externa del
brazo, de ésos que parecen amistosos pero duelen de narices. Normalmente eran
simultáneos, el ¡bobo! y el puñetazo en el deltoides. Entre bobo y bobo, a
veces también hablaba de fútbol y hasta
me hablaba de un tal Blanqueras, jugador catalán que fue de nuestro
Cartagena, delantero centro fino, de pelo ensortijado, pero algo vago y
bobalicón en el sentido de extremada
y neciamente candoroso. Este recuerdo le viene al Icue al
pelo para señalar lo que en estos días últimos de enero puede estar
sucediéndonos a toda esa querida y afectuosa efesemanía. Puede que nos estén
llamando BOBOS desde ciertas torres y hasta intenten flagelarnos no en los
deltoides, que también, sino en la capacidad
del mediastino, intentando
dejarnos sin aire que respirar. Piensan que estamos locos. Y se ríen, los tíos.
Finiquita enero, estamos endeudados y acabamos de fichar
a un jugador que viene de las listas del Inem, es decir, del paro, y a otro
procedente de un filial que hasta ahora sólo jugó dos partidos. No preocuparse,
no pasa nada, seguimos buscando soluciones. Vale.
Fotografía bajada de la página de Ginés Lario en Facebook
Texto La Medusa Paca. Foto
http://qapta.es/. Copyright ©
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