Chanza cartagonovista, y
ya es bastante
“Sí, buen árbol; ya he visto como
truecas
el fango en flor, y sé lo que me dices;
ya sé que con tus propias hojas secas
se han nutrido de nuevo tus raíces”. (Antonio Machado)
El Icue no lo conoció, jamás trató con él, y la verdad
que lo siento. Sí estuvieron muy cerca
de su quehacer y dedicación diaria personas muy cercanas al Icue y también muy,
muy queridas. Era, me cuentan, un periodista de raza, y de calle y fuertemente temperamental.
Y también maestro escuela y, ante esta hermosa palabra, el Icue siempre se
inclina, reverencia y hasta se humilla.
Y es que el Maestro es eso, Ma-es-tro. Recuerda el
Icue aquel discurso que Albert Camus dedicó al señor
Germain, su maestro de escuela primaria, escribiéndole una carta muy emotiva
para expresarle cuánto le debía. “Sin
usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, no hubiera
sucedido nada de esto… Sus esfuerzos, el corazón generoso que usted puso en
ello, continuarán siempre vivos en uno de aquellos escolares, que pese a los
años no ha dejado de ser su alumno agradecido”. Aquel maestro de primaria se
había empeñado en que un alumno lleno de talento, que se llamaba Albert Camus,
estudiara el bachillerato; lo había preparado a conciencia, había vencido la
reticencia de aquella familia de toneleros que se negaba a darle estudios
porque necesitaba que el chaval llevara dinero a casa; el maestro le acompañó
en tranvía al examen de ingreso, esperó el resultado sentado en un banco en la
plaza del instituto y luego se desvivió para que le concedieran una beca. El
maestro señor Germain le contestó a la carta: “Creo conocer bien al simpático
hombrecillo que eras. El placer de estar en clase resplandecía en toda tu persona.
El éxito no se te ha subido a la cabeza. Sigues siendo el mismo Camus”.
Al Icue, interesándole todos esos matices, quiere hoy
recordar aquella chanza cuchufletera que el amigo Pepe Linares gastó al
cartagenerismo con lo escrito un 28 de diciembre, con esa inocencia propia del
día y que hizo temblar la cimentación de Cartagonova. Quiere recordarla porque cuando
el sujeto redactor de la noticia que voy a contar se halla encontrado allá
arriba con aquel entrenador y sujeto de la guasa le habrá dado un fuerte
abrazo, la habrán recordado y hasta habrán echado unas carcajadas recordándola
y seguro que lo que más le va a enorgullecer al amigo Aranguren es que hoy
desde este Rincón del Icue se recuerde aquella chanza y lo haga su amigo
riojano.
La mojiganga fue escrita un frío día de diciembre de
1999, la publicó un diario, tristemente desaparecido y que se voceaba en los
quioscos como El Faro. El día anterior a Pepe Linares seguro le atormentó su vena
graciosa, me cuentan que, aunque muy escondida, la tenía, y ya en el tajo y cuando el teclado
de las máquinas de escribir y las rotativas pararon soltó la broma, chanza o
zumba: " Txutxi Aranguren ha firmado
por el Real Murcia para la próxima temporada". La noticia saltó a la
calle y el cartagenerismo lloró hasta desternillarse. La inocentada estaba en
los kioscos y había cuajado. El objetivo se cumplió y la afición futbolística,
cuando los mentideros se dieron cuenta, se descuajaringó y hasta lo celebraron.
Pepe Linares escribió que Aranguren se iba al Murcia,
cambiaba de aires contra todo pronóstico. Su marcha no inminente, sí era segura.
Tenía que centrarse en su tarea y dedicarse con plena dedicación a su
compromiso de intentar ascender al Cartagonova, era así como se llamaba por
aquel año el equipo de la Ciudad Trimilenaria. El contrato suscrito era por
cinco años y con unos importantes ingresos para el todavía entrenador
blanquinegro. El contrato, que decían era suculento y tentador en lo económico,
no se quiso desvelar. Tenía una claúsula en la que se hacía constar plenos
poderes en la cuestión técnica, con una claúsula irrevocable en la que se
aseguraba la continuidad del vasco en el banquillo grana, inicialmente, por
cinco años.
El portugalujo lo dejó claro en la cena navideña con
la plantilla y ante los medios informativos que esto ocurriría al final de temporada
y que entre tanto iba a entregarse con absoluta dedicación al objetivo de
llevar al Cartagonova a la categoría de plata que tan cerca estuvo en la pasada
temporada.
No era la primera vez que esto ocurría, era sabido por
toda la ciudad que, ya con anterioridad, los dirigentes murcianistas habían
intentado ficharle allá por los 80, pero la amistad con la directiva
cartagonovista, especialmente con Carlos Conesa y Florentino Manzano, fue lo
que decantó su fichaje por el club portuario. Pese a ello, el interés
pimentonero por hacerse con los servicios del de Portugalete siempre se mantuvo
y dio su fruto para el conjunto de la huerta durante esos pasados días
navideños. Fue muy fácil y rápido y el trato entre caballeros se cerró con el sello
lacrado de un grandioso apretón de manos.
La temporada anterior 1988-1989 el Real Murcia había
disputado la liguilla de ascenso a Segunda A con balance final negativo para
sus intereses. Lo iba a intentar en esta temporada 1999-2000 pero su juego
dejaba mucho de agradar a sus incondicionales, que veían en el Cartagonova el
modelo a seguir por su mejor posicionamiento y trayectoria, fundamentalmente en
cuanto a resultados.
Difundida la noticia por toda la Ciudad y a la vuelta
al trabajo de la plantilla cartagonovista, dirigentes del club y el técnico
eludieron hablar del tema, diciendo que esto era algo a largo plazo y que lo
que ahora importaba era centrarse en el objetivo de alcanzar y conseguir el
próximo ascenso.
Y ahora, mis amigos, acabada y contada la chanza,
¿cuál será la próxima carcajada? Seguro será el próximo diciembre y es que
ahora aquí ya están cuajados de flor los almendros. Que un riojano-cartagenero traiga
aquí este recuerdo es producto de que el paisano es simplemente un ratoncillo
de hemeroteca y desea destacar, juntamente al Icue y desde su Rincón lo que
otros, incluso apellidándose decanos, no se atrevieron a escribir porque no
tienen hemeroteca, bueno, ni memoria y esto, querido Icue, entristece.
Y en este día de febrero, cuando la Ciclogénesis nos
violenta, el niño, la escuela y el maestro se seguirán levantando temprano.
Habrá madre que todavía lave la cara y el pelo con jabón, friegue la roña de las
rodillas con estropajo en una palancana allí escondida en el
corral. Habrá madres que todavía
ayudarán a vestirse a sus hijos con los pantalones cortos, la chaqueta, la
camisa blanca y la corbata, todo remendado para el caso. Y es que el MA-ES-TRO-
aguarda. Dios guarde al Entrenador junto al Maestro. Vale.
PD. Esto va
dedicado a mis hijos Abel F. Ros y Marta Jiménez Ramírez que conozco estuvieron
en el entresijo de la inocentada. Y a Juan Pedro Hurtado Carrillo que me consta
fue su amigo del alma.
Y mientras, en aquellos años, despuntaba un joven
dibujante de viñetas que firmaba como Manu, bajo el título de Juanico Peral.
Ese tal Manu, que lo sepan, es ahora PUEBLA y firma sus viñetas, nada más y
nada menos que en la 3ª de ABC. ¡Qué alegría!
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