El
Icue y…las turbulencias cartageneristas
“A veces las palabras no dicen nada, a veces los silencios lo
dicen todo”. (Anónimo popular)
Sí, sí, querido Icue, ha
sido esta mañana de hoy, una mañana de turbulencias. Turbulencias en el campo
de los Juegos del Mediterráneo allá en Almería, turbulencias en todos los
paseos cartageneros, con la radio pegada a la oreja, turbulencias en la orilla
de los mares, ya apunta el sol, mientras los primeros rayos solares calentaban
nuestros cuerpos y nuestra pieles allí entre dos mares y turbulencias y hasta
dolor de cabeza hasta que vimos y oímos que Limones, otra vez Limones, subía a
rematar en el último córner de la mañana para que Fernando cabecease el gol del
empate, terminase el partido, se fuesen nuestros jugadores a la ducha y tomasen
el autobús con ese punto, que alguien a mi lado, me dijo: no sé si lo hemos
ganado o nuestro, vuestro Cartagena los ha perdido y dejado dos. Y yo, pasadas
ya las turbulencias, no tengo otra cosa que decir, que el FC Cartagena esta mañana
allá en Almería ha ganado un punto en la última turbulencia y con remate de
Fernando.
Y en esas estábamos cuando
apareció la primera turbulencia. El Cartagena había salido a comerse hasta la
hierba del Mediterráneo con los mismos hombres que contra el Melilla la pasada
jornada, ponía brío, ímpetu y hasta dominaba, pero llegó el fatídico minuto 21,
la defensa hace aguas, se rompe, se despista o quisieron bailar la trenca y
zás, 1-0, el nueve de los pequeños
almerienses, Borja marca y señala la primera turbulencia. Tanto afectó ésta
que, sin tiempo de que los jugadores sacasen del centro del campo y trascurrido
un minuto, Super, con mucha, demasiada hambre, se conoce que el desayuno tomado
en el Cartagonova esta mañana antes de partir para estas tierras no fue
suficiente, cuando se tragó el despiste u otro mal paso del bailable y aparece
Nico Valera, ¡qué gran futbolista!, le
entrega el balón a Nono y éste, después de que la defensa hiciera aguas por
todos sus flancos, marca el 2-0. Dos goles en dos fallos. Dos fallos y una
sentencia. Dos turbulencias que hacen que, a partir de esos minutos, al
Cartagena se le fundan los plomos y no juegue a nada. Entre estos dos zarpazos
aparecen dos nubes negras como el vestido cartagenero de hoy, cuando la mañana
era espléndida y lúcida, y dos goles que es lo único que mostró este Almería,
después de transcurridos 24 minutos y dos fallos de condena.
Y con esto el Icue tendría
bastante para relatar lo sucedido esta mañana. No. Habría que escribir alguna
cosa más y, es cuando entonces, me vino al recuerdo una célebre frase del Oso
Yogui que se la escuché sentado en una vieja mesita de mármol y de velador en
el Casino de la Calle Mayor de Cartagena a un amigo, futbolero y efesemaníaco
hace ya unos cuantos meses y antes de aquella hermosa victoria de nuestro
Cartagena allá por el mes de enero contra el Lucena y antes que nuestro Efesé
se asomase al precipicio de aquellas dos
derrotas seguidas contra los lorquinos y los manchegos de Albacete. Vino a
decirme mi amigo que: “Es muy difícil hacer predicciones, sobre todo acerca del
futuro”. Está claro que el efesemaníaco me estaba citando a Yogi Berra,
beisbolista retirado de las grandes ligas y jugador que, la mayor parte de su
carrera, fue de los New York Yankees, que nada tiene que ver con el famoso e
infantil Yogi Bear.
Y me di cuenta de que estas
turbulencias, de este Cartagena impredecible, seguro no van a ser la última. Miren
a su alrededor y observen lo que pasa y lo que está sucediendo a este nuestro,
suyo Cartagena. Cierto que es muy difícil hacer predicciones, sobre todo acerca
del futuro. Hoy, en esta mañana, definitivamente ya primaveral, ¡fuera abrigos
y chaquetones y gabardinas y bufandas, excepto las cartageneristas, nuestros
jugadores, nuestro entrenador y los dos llaneros solitarios dejados de la mano
de La Paloma, Cristina Bustillo y Fran de Paula, nos han vuelto a
sorprender!
La primavera, bien la
conoces tú, Icue, está llegando muy desperezada y tempranera a esas queridas costas
cartageneras y nos conduce y urge a tomar sitio en esa calita con encanto a
mano derecha del camino que conduce a la playa del Portus Magnus, en las
mismísimas puertas del parque natural de Calblanque. Un bien escaso de la
naturaleza del sureste que invita al lujo. Las estancias se intuyen a lo lejos,
a todo lo largo de un muro de verdor pinar resplandeciente que descubre sus
volúmenes mediante un caprichoso juego de luces y sombras. Es un paraíso
radiante, limpio, un punto olvidado. Y, tan luminoso, que incluso hace daño a
la vista. Un estallido de sol apaciguado únicamente al atardecer, cuando la
casa del campo invita a meditar en silencio en sus azoteas, convertidas en
miradores privilegiados sobre los dos mares, la montaña y los campos.
Y ahora, pasadas y hasta
olvidadas las turbulencias almerienses, que no las otras, y caída la tarde
pienso en esos jugadores, en su entrenador y en esas dos personas arregla
turbulencias y apaciguadoras de estados efervescentes y los veo tan centrados, tan generosos y tan
en paz con ellos mismos y con el club como cuando ese relente detiene el tiempo
frente a una copa a la luz de la luna, bien en el patio cubierto, bien a pecho
libre en los miradores de las azoteas. En un partido sin fútbol, aunque se
hayan dado una serie de turbulencias que alteraron el pulso de la gente, al
final los escasos pero fieles aficionados volvieron contentos. Todo lo demás
resultó superfluo. ¡Ay, ay, ay!
Pedro-Roberto J.P. desde un “Rincón para Doce”. Dies 2/16: ante diem quartum
decimum Kalendas Martias. Nº 321.
Texto La Medusa Paca. Fotos
http://qapta.es/. Copyright ©
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