lunes, 17 de febrero de 2014






El Icue y…las turbulencias cartageneristas

“A veces las palabras no dicen nada, a veces los silencios lo dicen todo”. (Anónimo popular)

Sí, sí, querido Icue, ha sido esta mañana de hoy, una mañana de turbulencias. Turbulencias en el campo de los Juegos del Mediterráneo allá en Almería, turbulencias en todos los paseos cartageneros, con la radio pegada a la oreja, turbulencias en la orilla de los mares, ya apunta el sol, mientras los primeros rayos solares calentaban nuestros cuerpos y nuestra pieles allí entre dos mares y turbulencias y hasta dolor de cabeza hasta que vimos y oímos que Limones, otra vez Limones, subía a rematar en el último córner de la mañana para que Fernando cabecease el gol del empate, terminase el partido, se fuesen nuestros jugadores a la ducha y tomasen el autobús con ese punto, que alguien a mi lado, me dijo: no sé si lo hemos ganado o nuestro, vuestro Cartagena los ha perdido y dejado dos. Y yo, pasadas ya las turbulencias, no tengo otra cosa que decir, que el FC Cartagena esta mañana allá en Almería ha ganado un punto en la última turbulencia y con remate de Fernando.

Y en esas estábamos cuando apareció la primera turbulencia. El Cartagena había salido a comerse hasta la hierba del Mediterráneo con los mismos hombres que contra el Melilla la pasada jornada, ponía brío, ímpetu y hasta dominaba, pero llegó el fatídico minuto 21, la defensa hace aguas, se rompe, se despista o quisieron bailar la trenca y zás,  1-0, el nueve de los pequeños almerienses, Borja marca y señala la primera turbulencia. Tanto afectó ésta que, sin tiempo de que los jugadores sacasen del centro del campo y trascurrido un minuto, Super, con mucha, demasiada hambre, se conoce que el desayuno tomado en el Cartagonova esta mañana antes de partir para estas tierras no fue suficiente, cuando se tragó el despiste u otro mal paso del bailable y aparece Nico Valera, ¡qué gran futbolista!,  le entrega el balón a Nono y éste, después de que la defensa hiciera aguas por todos sus flancos, marca el 2-0. Dos goles en dos fallos. Dos fallos y una sentencia. Dos turbulencias que hacen que, a partir de esos minutos, al Cartagena se le fundan los plomos y no juegue a nada. Entre estos dos zarpazos aparecen dos nubes negras como el vestido cartagenero de hoy, cuando la mañana era espléndida y lúcida, y dos goles que es lo único que mostró este Almería, después de transcurridos 24 minutos y dos fallos de condena.


Y con esto el Icue tendría bastante para relatar lo sucedido esta mañana. No. Habría que escribir alguna cosa más y, es cuando entonces, me vino al recuerdo una célebre frase del Oso Yogui que se la escuché sentado en una vieja mesita de mármol y de velador en el Casino de la Calle Mayor de Cartagena a un amigo, futbolero y efesemaníaco hace ya unos cuantos meses y antes de aquella hermosa victoria de nuestro Cartagena allá por el mes de enero contra el Lucena y antes que nuestro Efesé se asomase al precipicio de  aquellas dos derrotas seguidas contra los lorquinos y los manchegos de Albacete. Vino a decirme mi amigo que: “Es muy difícil hacer predicciones, sobre todo acerca del futuro”. Está claro que el efesemaníaco me estaba citando a Yogi Berra, beisbolista retirado de las grandes ligas y jugador que, la mayor parte de su carrera, fue de los New York Yankees, que nada tiene que ver con el famoso e infantil Yogi Bear.  

Y me di cuenta de que estas turbulencias, de este Cartagena impredecible, seguro no van a ser la última. Miren a su alrededor y observen lo que pasa y lo que está sucediendo a este nuestro, suyo Cartagena. Cierto que es muy difícil hacer predicciones, sobre todo acerca del futuro. Hoy, en esta mañana, definitivamente ya primaveral, ¡fuera abrigos y chaquetones y gabardinas y bufandas, excepto las cartageneristas, nuestros jugadores, nuestro entrenador y los dos llaneros solitarios dejados de la mano de La Paloma, Cristina Bustillo y Fran de Paula, nos han vuelto a sorprender!  

La primavera, bien la conoces tú, Icue, está llegando muy desperezada y tempranera a esas queridas costas cartageneras y nos conduce y urge a tomar sitio en esa calita con encanto a mano derecha del camino que conduce a la playa del Portus Magnus, en las mismísimas puertas del parque natural de Calblanque. Un bien escaso de la naturaleza del sureste que invita al lujo. Las estancias se intuyen a lo lejos, a todo lo largo de un muro de verdor pinar resplandeciente que descubre sus volúmenes mediante un caprichoso juego de luces y sombras. Es un paraíso radiante, limpio, un punto olvidado. Y, tan luminoso, que incluso hace daño a la vista. Un estallido de sol apaciguado únicamente al atardecer, cuando la casa del campo invita a meditar en silencio en sus azoteas, convertidas en miradores privilegiados sobre los dos mares, la montaña y los campos. 

Y ahora, pasadas y hasta olvidadas las turbulencias almerienses, que no las otras, y caída la tarde pienso en esos jugadores, en su entrenador y en esas dos personas arregla turbulencias y apaciguadoras de estados efervescentes  y los veo tan centrados, tan generosos y tan en paz con ellos mismos y con el club como cuando ese relente detiene el tiempo frente a una copa a la luz de la luna, bien en el patio cubierto, bien a pecho libre en los miradores de las azoteas. En un partido sin fútbol, aunque se hayan dado una serie de turbulencias que alteraron el pulso de la gente, al final los escasos pero fieles aficionados volvieron contentos. Todo lo demás resultó superfluo. ¡Ay, ay, ay!

Pedro-Roberto J.P. desde un “Rincón para Doce”. Dies 2/16: ante diem quartum decimum Kalendas Martias. Nº 321.




Texto La Medusa Paca. Fotos http://qapta.es/. Copyright ©


 

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