¡Cómo se pusieron, pero se les atragantó
la matazón!
Corrían los
primeros días de octubre del año corriente de 1999. Se iba a celebrar un
partido de fútbol con la sola transcendencia de ser un enfrentamiento, que no
llegaba a derbi regional o sí, entre dos equipos de la misma región. Esto fue
en el Cartagonova y ya estaban preparados para ello el Cartagonova y el Lorca
C.F.
Hete aquí que
surgió desde las entrañas ilusionantes de una peña viva, bien estructurada y
con esas iniciativas propias de la ilusión juvenil y también madura, la
iniciativa de celebrar una comida de hermandad con los aficionados seguidores
del equipo de la Ciudad del Sol. No se trataba de hermanar, sino de papear, y
allá que te voy con la iniciativa de preparar para todos una matanza, ¡casi
ná!, que sirviese de papeo de desayuno, de almuerzo, de comida previa al
partido, de merienda durante el partido y dentro del estadio y de cena de
despedida después del partido. Y así fue.
Allí estaban
los ilusionantes peñistas, el Frente Aladroque, para organizar la matanza con
la que obsequiar, gratuitamente por supuesto, al resto de peñistas del conjunto
cartagenero, seguidores en general y a todos las peñas lorquinas que se
acercaran hasta, esta vez no fue en los aledaños de la Rambla de Benipila, sino
a las puertas de la sede social del Frente Aladroke del pub Frank 18 de Fuente
de Cubas y para tal efemérides se cerró al tráfico dicha calle. Y allí se
citaron, no fue por msm, ni por whatsapp, y sí por el único medio válido ayer y hoy; el
boca a boca, banderolas anunciadoras en las farolas y propios a través de los
medios de información escrito y hablados. Todos, según la publicidad,
estuvieron citados a partir de las doce del mediodía y hasta las cinco de la
tarde, media hora antes del inicio del encuentro.
Leo en los
diarios de aquella época y de aquellos días que no faltó de nada. Dispusieron
de tres cerdos que dieron en la romana un total de doscientos cincuenta kilos
de carne, no se especificaba en la noticia si estos eran brutos o netos, ¡que
más da!, del cerdo, hasta sus andares son aprovechables. El pan no pudo faltar
y fueron unos cuantos panes de horno, setenta y cinco kilos, distribuidos en
hogazas los que acompañaron a la carne. Debo decir que la bebida debían acarrearla
los propios comensales. Diré que la matanza costó a esos peñistas más de veinte
mil duros y que fue sufragada con los fondos de ese colectivo de aficionados.
La fiesta, que
en lo gastronómico, terminó bien, en lo deportivo dejó mucho que desear. El
derbi fue amargo e increíble y se perdió por 1-2. Allí estuvieron los Trujillo,
Leo, Barila, el ex del Logroñés Javi Delgado, Mariano, Keko…que, pese a dominar
el encuentro, no fueron capaces de superar a un Lorca que acabó el partido con
nueve jugadores.
Además de la
matazón, perfectamente condimentada, una triple circunstancia confluyó aquella
tarde en el estadio: ser la primera derrota del Cartagonova ante su afición
desde su regreso a categoría nacional, encajar el primer gol de esa liga que se
estaba disputando, tras algo más de medio millar de minutos de imbatibilidad y
ser la primera vez que los lorquinos era la primera vez que ganaban en terreno
cartagenero.
“Fortín
derribado”, señalaban las crónicas. Era la sexta jornada liguera de la
temporada 1999/2000 cuando un Lorca internacionalizado consiguió lo que ningún
otro visitante del Cartagonova F.C había conseguido en el estadio de La Rambla
desde el ingreso del equipo blanquinegro en la categoría nacional, derrotarle
en cancha propia. Algún día tenía que ser, y fue este domingo, el domingo de la
matanza, ese domingo 3 de octubre de 1999. Hasta Trujillo, terror de las
muchachas cartageneras, perdió su imbatibilidad en ese encaje de dos goles. Fue
el día de la matanza y del hartazgo cuando se perdió la imbatibilidad y más de alguna
forofa, animadora y contadora de cuentos cortos también su…Por aquel entonces un
ave insólita cantaba por los alrededores de La Rambla: “En el almez, dulcemente,
/Junto al agua viva y santa, /Toda sed y toda fuente”.
Y el
Frente Aladroque, aunque con amargura,
disfrutando de aquello que dice: “cuando no tengo lomo, de todo como”.
Texto de La Medusa
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