El Icue y…el
vecino puntilloso
“Mis jugadores están como toros”. (Luis García Tevenet, técnico del FC Cartagena)
Antes de sentarme en mi butaca el Icue piensa en la
promoción abierta por el FC Cartagena en relación a esa última oferta para
presenciar los 5 partidos que restan en el Cartagonova hasta el final de liga.
Entradas a 8 euros: Partidos 5. Terceros en la clasificación. Nuevo proyecto. 3.526
espectadores esta tarde en el estadio y el Icue pensando en el partido que está
a punto de comenzar.
Teniendo en cuenta esta entradilla, propia de un
sevillano y taurino, pensé que el partido que íbamos a presenciar iba a ser
como si acudiéramos a contemplar un partido de fútbol cultual, con arte, con
pellizco, con sentimiento y hasta con compás y torería. No ha sido así. El Icue
tuvo la sensación, hasta
que llegó el gol de Antoñito, que el FC Cartagena había entrado en una empanada
grandiosa, había pasado de hacer cinco minutos con nervio y empuje hasta decaer
y entrar en una fase aburrida, anodina, aplatanada en la que se perdían todos
los balones del mundo aunque nada, absolutamente nada se le podía achacar al
esfuerzo de estos encomiables jugadores.
Siguiendo con la entrada taurina con la que Tevenet
nos obsequió en la previa, diré que el toro en esta primera fase se pareció más
a una vaca vieja aunque alguien me reproche que unir esos dos vocablos solo
sirve para usar y abusar de un pleonasmo mugiente. La vaca, querido Icue, necesariamente ha de ser vieja, si no sería
añojo, choto o ternera, pero jamás vaca. De todos modos el Icue la prefiere
ternera para un blanquete o un asado, siempre vaca para la parrilla, el
estofado o el carpaccio. Ahora, son modas, la vaca ha venido a sustituir, en la
nomenclatura digo, al buey que antaño pastaba en todas las cartas y en contados
prados. Sobra precisar que prefiero mil veces la vaca a la ternera;
especialmente si son ejemplares con sus añitos y exhalando esa grasa amarilla y
bien integrada que les aporta su peculiar bouquet, como prefiero aquel fútbol
es fútbol de Bujadín Voskov y, amigo Tevenet, olvídese usted de los toros
aunque su temporada esté comenzada.
En este ruedo, digo terreno de juego, solo ha
habido una platea de burócratas rellenando el crucigrama de su plan de
pensiones, todo esto como consecuencia de un partido largo
y borroso, donde el balón llegaba cargado de corriente. Hasta que apareció
Antoñito, otro gran partido del de Herrera, Sevilla, al que llaman Antoñito,
cuando mejor sería hacerlo con el tratamiento de D. Antonio ¿no? Mejor dicho, el
primero que apareció en esta jugada fue De Lerma con el precioso pase que dio
al sevillano; el segundo Diego Segura,
con ese hermoso gesto de dejar pasar el balón bajo sus piernas para habilitar
la jugada, y por ultimo D. Antonio que recibió el balón, se perfiló para
rematar con la zurda el único gol de la tarde y que pudo servir para irnos a
casa porque todo lo demás sobró. Fue un golazo producto de una preciosa jugada.
Fue un gol de duende y floresta. D.
Antonio hizo un requiebro, forzó la médula, inflamó el marcador y enredó para
siempre La Rambla con el Guadalquivir.
Hoy, puesto que a orillas del Mediterráneo la
primavera apareció exuberante, me
hubiera gustado presenciar un partido fecundo para que el portero del filial
sevillista, David Soria, hubiese demostrado ser un portero volador, que
nuestros laterales hubieran sido capaces de mostrarnos su explosividad, que los
centrales hubiesen sido centrales de batalla, que hubiesen aparecido esos cerebros
complementarios, aquellos carrileros de vértigo y nuestros goleadores de
manual. Pero no ha sido así. Es cierto que el equipo ha trabajado, se ha
empeñado, ha tenido voluntad y aptitud. Han trabajado para que sucediesen cosas
y evitar que ocurriesen otras, recuerdo el final del partido en ese último córner
en el que David Soria, el portero, subió a rematar. Hemos visto alguna
habilidad, futbolistas jóvenes, defensas no demorados en el despeje, medios
perdiendo en ocasiones la posición y delanteros, ¡ay Fernando!, tirando algún
recorte con la intención de construir el gol de la temporada.
Y cuando esto escribía tuve consciencia de que el
partido estaba a punto de finalizar y el vecino puntilloso, ese que tengo
al lado de mi butaca, queriendo colaborar con el Icue, me pasó estos apuntes:
Aunque nuestros jugadores están
como toros solo hemos presenciado un par al violín, algún
quite por chicuelinas, contados molinetes y ningún pase de rodillas. Cierto que
no ha faltado de nada...o sí. Nuestros jugadores han dado todo lo que tienen,
sin regateo alguno. A alguno hay que exigirle más, porque tiene condiciones
para llegar más alto. Se jugarán mucho en la fase de ascenso, con los miuras,
en esos campos del norte, sur, este u oeste. ¡Ay, ay, ay!
Pedro-Roberto J.P. desde un “Rincón para Doce”. Dies 3/22: ante diem
undecimum Kalendas Apriles. Nº 326.
Texto El Rincón del Icue. Fotos
http://qapta.es/. Copyright ©
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