¡Un
camerunés, que no pudo ser Eto´o en el Cartagonova!
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía? (Jorge Luis Borges)
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía? (Jorge Luis Borges)
No voy a contar que el jugador al que hoy se refiere
el Icue fuese componente de la mejor generación de la historia del fútbol aunque
por su color se pareciese a los Didí, “el Príncipe Etíope” e inventor de la folha seca, a Nilton Santos, a Vavá o
al mismísimo “o rey Pelé”. No, hoy el Icue se refiere a un camerunés de 19 años
e internacional absoluto llamado Ze Albert. Un camerunés que no quiso o no pudo ser el Eto'o del
Cartagonova, sino, simplemente, ser Meyong.
No fue el primer jugador de color que llegaba a
Cartagena, ya por el césped del Cartagonova correteaba por aquellos mismos días
el ecuatoguineano Barila, nacido en Valencia y apodado “el coloso”. Ze Llegó a
Cartagena en silencio. Su presencia no había sido anunciada y, sin embargo, al
conocerse despertó un inusitado interés en todos los medios de comunicación cartageneros.
La sorpresa saltó un 25 de noviembre de 1999 cuando el Cartagonova entrenaba en
Los Alcázares. Allí se presentó un joven camerunés de 19 años que hasta el
domingo 21 de noviembre militaba en el Ravenna de la Segunda División italiana.
Carlos Conesa, por aquel entonces gerente del Cartagonova, llevaba bastante
tiempo gestionando la incorporación de este futbolista que había sido
internacional en todas las categorías de su país y que hasta llegó a debutar
con la absoluta de Camerún frente a las selecciones de Dinamarca y Alemania. El
tal Ze estuvo entre los treinta preseleccionados para el mundial de Francia,
aunque finalmente no llegó a ir. Dos temporadas antes de amerizar por aguas
mediterráneas llegó a ser máximo goleador de la Primera División de su país con
el equipo de la capital, el Yaundeé, con el que marcó dieciséis goles en
veintidós partidos. Tan importante era el muchacho que se le llegó a considerar
como un principito, en este caso, de ébano.
Este jugador, ayer y hoy siguen latentes los mismos
problemas económicos, se presentó en el Cartagonova aprovechando la situación económica
por la que atravesaba el Ravenna italiano que, por aquellas fechas, había
entrado en quiebra hasta llegar a ser subastado. Cuentan las crónicas que Ze
Albert vino para quedarse y, caso insólito, sin necesidad de prueba alguna.
Todo fue debido a la excelente relación que el gerente blanquinegro Carlos Conesa
mantenía con el representante del jugador camerunés, el ex guardameta del RCD
Rspañol Tomi N`Kono. Las condiciones presentadas por N`Kono fueron que el
jugador vendría cedido hasta final de temporada por la empresa que tenía sus
derechos, aunque con una opción de compra y otra de prórroga de cesión para la siguiente
temporada. Tal era el interés cartagenerista que su incorporación planteaba la
necesidad de dar de baja a uno de los componentes de la plantilla puesto que
estaban cubiertas las veintidós fichas reglamentarias.
Se presentó como una apuesta de futuro y se pensó
que podía cuajar en el equipo y hasta servir de escaparate publicitario por sus
posibles llamadas de su selección. Poco importó que no hablase español, él se
comunicaba perfectamente en francés e italiano y quién sabe si hasta en portugués,
pues se le obligó viajar hasta Portugal para que jurase la Constitución
portuguesa que le habilitase obtener el pasaporte comunitario. No he podido
averiguar si lo obtuvo, ni siquiera si llegó a jurar la Constitución portuguesa.
Lo que sí es cierto que Txutxi Aranguren no contó con él si exceptuamos esos
días de entrenamiento bajo el sol de Los Alcázares. Es cierto que marchó y,
después, siguiéndole sus pasos, algunos lo encontraron practicando el fútbol
por los campos del Vitoria de Setúbal, Os Belenenses, UD levante y hasta
correteando por el Carlos Belmonte albacetense.
Dios libre al Icue de manifestar que los jugadores
de color que pasaron por el Cartagonova fuesen una piltrafa, no. Sí, llegaron
todos precedidos de grandes alharacas y grandemente enjaezados, pero sus
oropeles futbolísticos fueron eso, oropeles, cositas de poco valor y mucha
apariencia, luciendo fastuosidad sin tener posibles o sí para ello. Y el Icue no
necesita otra cosa que tirar de memoria y recordar a los Javier Ángel Balboa, Kabiru
Akinsola
y a un tal Iván Bolado, que Dios
guarde. Está la cosa cómo para entretenerlos cansinamente y seguir hablando
anecdóticamente del que hoy nos ocupa, ese tal Albert Meyong Zé, que unas veces se hizo pasar por Ze y otras
por Meyon. Malo cuando se desea ocultar la verdadera identidad aunque
sea futbolística.
Texto El Rincón del Icue. Fotos
http://qapta.es/. Copyright ©
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