El Icue y…cuando Sebas Ribas tuvo que rendirse al dolor
“Volverán las oscuras
golondrinas
de tu balcón sus nidos
a colgar,
y otra vez con el ala a
tus cristales,
jugando, llamarán”. (G.A. Bécquer)
La tarde, meteorológicamente, estaba amenazadora, lluviosa,
fría y ventosa y el Icue acudió al estadio después de pasar la mañana en aquel
bar del rompeolas donde un incipiente pero maravilloso sol se metía en la pinta
de cerveza que cada uno bebía. Era el preámbulo para acercamos al Cartagonova
junto a ese amigo, con el que durante tantos años he compartido viajes y
travesías, placeres de sobremesa, apasionadas discusiones, algunas lágrimas y
grandiosas alegrías, como las de esta tarde al comprobar in situ como nuestro
FC Cartagena hacia hincar la rodilla a un impotente, desesperado y exhausto
Granada B. Hoy si hubo lágrimas en el Cartagonova no fue para esos raquíticos y
escasos 2000 asistentes al estadio, a pesar de la promoción de la tienda. Hoy, si
acaso, las lágrimas pero de dolor rodaban desde la mejilla directamente hacia el
whisky al comprobar como Sebas Ribas se retorcía de dolor después de que el
portero del Granada, Dimitrievski, le partiera la cara. Este Cartagena no ha
muerto, decían mis compañeros de butaca, simplemente ha estado ausente, por su
propia cuenta, en jornadas pasadas. Este Cartagena, aunque quiso irse solo,
todavía no se va y bien que nos alegramos. Su ausencia hubiera dejado un vacío
en un tiempo y en un espacio compartido. Puede que vuelvan otros días azules de
primavera y otoño y queden algunos placeres futbolísticos por explorar todavía
en esta nuestra querida ciudad de Cartagena. Tal vez volverán esos días como
aquellas golondrinas becquerianas. Si la vida nos depara un motivo alegre para
vivirla, sin duda este Cartagena de Palomeque seguirá estando vivo. FC Cartagena 3 – Granada CF B 0.
Una característica del Cartagena y del cartagenerismo en
esta tarde es que ambos quisieron arrojar fuera de su ámbito sentimental su naturaleza
ciclotímica. Que la hinchada y el equipo estaban gripados nadie lo duda.
Aspiraba a todo y había caído, ¡ojo que todavía no ha salido!, en una serie de impecables
ejercicios de autodestrucción, de los cuales acaso los más memorables hayan sido
el de aquellos días de entrenadores ridículos pensados para la nada.
Y dándole vueltas a esto y al no cobrar de los
jugadores y a la búsqueda de fondos, que no llegan, para salir de esta
situación y a tantas y tantas otras cosas cuando llegó el minuto 11 cuando, por
fin, Ribas marcó ese su gol con esputos de sangre, porque, querido Icue, si te
diste cuenta, escupió sangre, vomitó sangre y es entonces, con la mandíbula
doblemente troceada, recordé aquel mito de la mandíbula apretada, aventado por
la rapsodia, que siempre esconde cierta fragilidad evacuada mediante la bronca
y la rendición prematura.
Y es que el FC Cartagena se había presentado esta
tarde en el Cartagonova con el mal de las cuerdas rondándole. Tal vez porque
esos sus asaltos anteriores resultaron demasiado frustrantes como ideal de un
equipo pegador pero hoy no se ha tapado y ha regresado victorioso aunque le
hayan partido la cara, en este caso la mandíbula apretada. Y es que en esta
tarde con tanta impaciencia, con tanta gloria y con tanto dolor también he recordado esos memorables ocho
asaltos contra las cuerdas de Alí contra Foreman. Y es que el partido de hoy,
que siempre será el de la mandíbula doblemente rota junto al doblete en goles
de Chus Hevia, he visto a nuestro Cartagena con la superioridad, la misma que
tuvo Alí contra Foreman soltándole a los pequeños nazaríes una paliza
irremediable.
Lo del FC Cartagena, con Palomeque al frente, ha sido una
táctica consciente, adaptada a esa posición perdedora desde la cual sorprender.
Lo del Granada y desde mi butaca no fue una táctica, sino un patatús que
desnudó carencias estructurales, falta de recursos ante la ausencia de espacio
y una notable baja forma de sus futbolistas que estaban como congelados o KO, después
de presenciar el golpe sangriento con el que al uruguayo lo trasladaron a la
ambulacia.
Y Sebas Ribas quiso seguir pero se rindió al dolor, lo
subieron a la camilla y lo trasladaron hasta el hospital y es que esta tarde,
desapacible tarde de frío invierno, a ratos lluviosa, fue francamente
antipática para el fútbol a orillas de La Rambla. Tarde fea para el hijo del
Gladiator, pero grande para el FC Cartagena y para la efesemanía que puede
servir para demorar ese desmoronamiento inmediato que se venía divulgando desde
que el “niño Javier” anunció aquello de no existir fondos para pagar las
nóminas de aquí a junio. Pero miren ustedes, queridos lectores, con este resultado, glorioso resultado, ese
tortazo de meses de recuperación, esos dos golazos de Chus Hevia y las carreras
de Gato han cambiado el estado de ánimo de todos y lo que eran vísperas de un
petardazo nos hemos encontrado, gracias Palomeque, gracias jugadores, con un
necesario carácter para comenzar a salir de las cuerda, invertir el castigo y
lograr que los paquetes de unos días o minutos
vuelvan a ser semidioses de domingo.
El afán futbolístico de este Cartagena de Palomeque,
querido Icue, ya no está loco como se volvían locas aquellas agujas magnéticas
de todas las brújulas para señalar en todas las direcciones al gusto de
cualquier explorador, que se hubiese extraviado por la propia o extraña niebla.
Esperemos que este Cartagena comience a no estar perdido en la ciudad y que
aparezca algún prohombre benefactor con el brazo, aunque sea de bronce,
extendido en el aire señalando a una determinada dirección.
Querido Icue, se acabó lo que se daba. Acabo de
escribir lo que ustedes acaban de leer desde el hogar de mi Ribera, mientras en
el horizonte de mi Mar Menor parpadea un intermitente a merced del que crea que
los deseos se cumplirán por el mero hecho de haberlos soñado. ¡Ay, ay, ay!
Pedro-Roberto J.P. desde el “Rincón del Icue”. Dies 1/18: ante diem quintum
decimum Kalendas Februarias. Nº 357.
Texto El Rincón del Icue. Fotos http://qapta.es/. Copyright ©
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