El Icue y…cuando todo está descuadernado
“Todas las semanas nos pasa algo nuevo y toda esta situación
extradeportiva nos afecta”. (Manolo Palomeque, entrenador FC Cartagena)
Que este querido Club, querido Icue, es un equipo
descuadernado ya no lo duda nadie y no sólo desencuadernado, sino también
desbaratado y descompuesto, deshecho y arruinado, disipado e incapaz de
malgastar los bienes al estar su caja a cero. Y también es un Club, ¡ay!,
desordenado, desconcertado y poniendo en confusión a esa sufrida efesemanía que
hace que se pierda la confianza y que se indispongan los ánimos. Y, además, es
un Club averiado, estropeado y deteriorado. Y hasta ¿corrompido? Y en estado de
putrefacción. Y todo esto lleva a su equipo técnico y sufridos futbolistas a
estar constantemente desazonados y perder esa buena disposición de todo un
estado saludable, tanto que han llegado a perder, con razón, su serenidad.
Y ayer, camino a toparse con el diluvio universal allí
cerca del Peñón, se pusieron en camino, después que el administrador concursal
autorizase a que los futbolistas pudiesen dormir en un hotel de La Línea de la
Concepción, y ¡oh casualidad! hasta se les averió el autobús, tomaron otro y,
al final, pudieron cenar y retirarse a las habitaciones a descargar la adrenalina
acumulada y repararse con ese plácido sueño entre el suspense, las necesidades y las urgencias.
Y ante todos estos maleficios el Club de nuestros
amores arde, mientras encuentra en la calle a muchos amigos que al mismo tiempo
que tratan de salvar al FC Cartagena del incendio, también ellos intentan
apagar el fuego para salvarse de la quema todos juntos. Cada cual, menos los
Javieres, tiene su fórmula. Uno va y les compra material sanitario, otro viene,
como vienen otros, queriendo lavar todas las heridas acumuladas por estos
esforzados guerreros con ese detergente y suavizante que alivie la ropa de esos
queridísimos colores blanquinegros. Y hasta llega ese buen samaritano para aportarles,
cual bálsamo de fierebrás esas ampollas
de aporte energético para aguantar todo el tiempo del partido. Y, también, como
no, ahí están esos, siempre generosos porteadores- cantineros de terraza para
aportarles un 50% de pingues beneficios de su recaudación y tratar de regenerarlos
como si estuviesen escuchando a Mozart y a Schubert. Y todo esto, y todos éstos,
incluso, esos viajeros-jugadores noveles, chicos del filial: Segura, Delfín,
Escobar, Santisteban y Comino, me hacen
pensar que estos futbolistas y sus hombres- técnicos del FC Cartagena, también
sus ¿dirigentes?, se dividen entre los que quieren un fútbol-deporte mejor y
los que no. Es posible. Entre los primeros siempre estarán esos creadores y
sufridos futbolistas: los que hoy han jugado, han podido ganar pero han perdido a la sombra del Peñón pero tienen
el calor de Palomeque y el amparo de su afición; y entre los segundos, están todos
aquellos que piratean su imaginación, su trabajo y hasta su escaso talento.
Estos, ustedes ya los conocen, se llaman SPORTO
GOL MAN.
Y nuestros jugadores, todos sin excepción, sin nada
que perder y sí con algo que ganar en sus corazones generosos, no han pensado, ni
les ha importado si en la calle llovía, hacía frío o calor o está plagada de
enemigos, como ese eficaz jardinero llanito que tuvo la húmeda idea de regar la
portería que iba a defender Limones en la segunda parte. ¡Será bombero el tío! ¿Qué
fuego quiso apagar? Toda esta anécdota, ilegal faena y truco vergonzante ha
conducido al Icue a recordar aquella parábola en la que Buda explicó a sus
discípulos, bajo una higuera, cómo debían salir huyendo de ese su mundo que se
les estaba viniendo abajo. La casa de este bendito club, que es el FC Cartagena,
está en llamas por esos pirómanos y mediocres dirigentes, podridos hasta la raíz
en sus soluciones y que tratan de asfixiar a este Efesé hasta que éste se
desplome en todos sus valores morales y estéticos que lo sustentan. Los “Javieres”
tratan de desviarnos la mirada hacia esa parte de la casa para que la
efesemanía no vea cómo avanzan las llamas hasta esa estancia secreta de
salvación. Huye, huye, no importa adónde, nos dicen. Sálvese quien pueda, ellos
sobre todo, es su consigna general. Y, como Buda, los “Javieres” vienen a decirnos
a todos los amantes de este Club, ¡huyan, amigos, hemos incendiado vuestra casa
y esta está ardiendo!
Se ha perdido, sí. ¿Qué pasa? Se ha hecho con honor y
dignidad, si es que hay algo perdido digno y honorable. A nuestros futbolistas
hoy no les han roto la cara. Han sido dos pequeños rasguños. No preocuparse han
sido solo dos meros rasponazos: RB Linense
3 – FC Cartagena 0. No importa. El Icue se queda al lado de Sancho cuando callaba
y comía bellotas “porque las bellotas que le dieron le trujeron a la memoria la
edad dorada. Y sin hacerse más de rogar se sentó en el tronco de una desmochada
encina, y, templando su rabel, de allí a poco, con muy buena gracia, comenzó a
cantar, diciendo desta manera: “Yo sé, Olalla, que me adoras”. ¡Ay, ay, ay!
Pedro-Roberto J.P. desde el “Rincón del Icue”. Dies 3/22: ante diem undecimum Kalendas Apriles. Nº 366.
Texto El Rincón del Icue. Fotos descargadas twitter terraza Cartagonova. Copyright ©
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