En aquellos días de febrero había turbulencias en torno al
equipo del Cartagonova. Tevenet no quería escuchar los ruidos que a su
alrededor tronaban ni tampoco deseaba que los focos estuvieran muy cerca de sus
jugadores ni del equipo técnico y, para que no fuesen observados, Luis desarrollaba
sus sesiones de entrenamiento a puerta cerrada. Nadie deseaba valorar la
situación extradeportiva del club y es que, de nuevo, había hablado Paco Gómez
y, precisamente, para atacar sin piedad a un hombre tan silencioso, prudente,
comedido y educado como el presidente Fran de Paula. Un Fran de Paula, que a
preguntas de los periodistas a final del partido, se iba a mostrar tranquilo, rompió
su silencio y sin rehuir el tema de las declaraciones críticas del dueño del
club, Paco Gómez, contestó lo siguiente con la naturalidad que siempre le
caracteriza: “Mi compromiso es con la afición, jugadores y empleados.” Dio por
bueno el empate 2-2 y lamentó que el partido no durase cinco minutos más para
conseguir todavía un mejor resultado.
Eran más o menos las 7:30 horas de la mañana. Tocó madrugar. La
mañana de aquel 16 de febrero fue una mañana soleada, 11 grados de temperatura
y muy poco ventosa. La expedición cartagenerista, 18 futbolistas designados por
Tevenet, quedó a desayunar en la Terraza
del Cartagonova puesto que el partido se iba a jugar en la cercana Almería y
allí se juntaron todos, también el presidente Fran de Paula se unió al desayuno
y al grupo. Como leen y recuerdan todo muy lógico, casi, casi como la lógica de
esta temporada. Y De Paula fue capaz de arropar con alegría y optimismo y con
su presencia a jugadores y técnicos. El desayuno fue muy frugal: café con
leche, zumos y tostadas, llevándose de intendencia unos termos llenos de café para
tomarlo ya en el estadio almeriense.
Fue un viaje un tanto especial dentro del estado económico de
guerra de nuestro equipo pero eso unía a toda la plantilla, al equipo técnico y
al equipo directivo. Esta unión era la auténtica virtud de la plantilla
blanquinegra, un grupo humano con compostura, arropando a sus directivos y
estos a sus jugadores para luchar en lo deportivo. Y con todas estas virtudes el
FC Cartagena rescató un punto de manera milagrosa. Y es que este sí fue un
partido de fe.
El Icue y…las turbulencias cartageneristas
“A veces las palabras no dicen nada, a veces los silencios lo
dicen todo”. (Anónimo popular)
Sí, sí, querido Icue, ha sido esta mañana de hoy, una
mañana de turbulencias. Turbulencias en el campo de los Juegos del Mediterráneo,
allá en Almería; turbulencias en todos los paseos cartageneros, con la radio
pegada a la oreja; turbulencias en la orilla de los mares, ya apunta el sol,
mientras los primeros rayos solares calentaban nuestros cuerpos y nuestra
pieles allí entre dos mares y turbulencias y hasta dolor de cabeza hasta que
vimos y oímos que Limones, otra vez Limones, subía a rematar en el último
córner de la mañana para que Fernando cabecease el gol del empate, terminase el
partido, se fuesen nuestros jugadores a la ducha y tomasen el autobús con ese
punto, que alguien a mi lado, me dijo: no sé si lo hemos ganado o nuestro,
vuestro Cartagena los ha perdido y dejado dos. Y yo, pasadas ya las turbulencias,
no tengo otra cosa que decir que el FC Cartagena esta mañana allá en Almería ha
ganado un punto en la última turbulencia y con remate de Fernando.
Y en esas estábamos cuando apareció la primera turbulencia.
El Cartagena había salido a comerse hasta la hierba del estadio Juegos del Mediterráneo
con los mismos hombres que contra el Melilla la pasada jornada. Ponía brío,
ímpetu y hasta dominaba, pero llegó el fatídico minuto 21, la defensa hace
aguas, se rompe, se despista o quisieron bailar la trenca y zás, 1-0, el nueve de los pequeños almerienses,
Borja, marca y señala la primera turbulencia. Tanto afectó ésta que, sin tiempo
de que los jugadores sacasen del centro del campo y trascurrido un minuto,
Super, con mucha, demasiada hambre, se conoce que el desayuno tomado en el
Cartagonova esta mañana antes de partir para estas tierras no fue suficiente, se
tragó el despiste u otro mal paso del bailable y apareció Nico Valera, ¡qué
gran futbolista!, le entrega el balón a
Nono y éste, después de que la defensa hiciera aguas por todos sus flancos,
marca el 2-0. Dos goles en dos fallos. Dos fallos y una sentencia. Dos
turbulencias que hacen que, a partir de esos minutos, al Cartagena se le fundan
los plomos y no juegue a nada. Entre estos dos zarpazos aparecen dos nubes
negras, como el vestido cartagenero de hoy, cuando la mañana era espléndida y
lúcida, y dos goles que es lo único que mostró este Almería, después de
transcurridos 24 minutos y dos fallos de condena.
Y con esto el Icue tendría bastante para relatar lo
sucedido esta mañana. No. Habría que escribir alguna cosa más y, es cuando
entonces, me vino al recuerdo una célebre frase del Oso Yogui que se la escuché
sentado en una vieja mesita de mármol y de velador en el Casino de la Calle
Mayor de Cartagena a un amigo, futbolero y efesemaníaco hace ya unos cuantos
meses y antes de aquella hermosa victoria de nuestro Cartagena allá por el mes
de enero contra el Lucena y antes que nuestro Efesé se asomase al precipicio
de aquellas dos derrotas seguidas contra
los lorquinos y los manchegos de Albacete. Vino a decirme mi amigo que: “Es muy
difícil hacer predicciones, sobre todo acerca del futuro”. Está claro que el
efesemaníaco me estaba citando a Yogi Berra, beisbolista retirado de las
grandes ligas y jugador que, la mayor parte de su carrera, fue de los New York
Yankees, que nada tiene que ver con el famoso e infantil Yogi Bear.
Y me di cuenta de que estas turbulencias, de este
Cartagena impredecible, seguro no van a ser la última. Miren a su alrededor y
observen lo que pasa y lo que está sucediendo a este nuestro, suyo Cartagena.
Cierto que es muy difícil hacer predicciones, sobre todo acerca del futuro.
Hoy, en esta mañana, definitivamente ya primaveral, ¡fuera abrigos y
chaquetones y gabardinas y bufandas, excepto las cartageneristas, nuestros
jugadores, nuestro entrenador y los dos llaneros solitarios dejados de la mano
de La Paloma, Cristina Bustillo y Fran de Paula, nos han vuelto a sorprender!
La primavera, bien la conoces tú, Icue, está llegando
muy desperezada y tempranera a esas queridas costas cartageneras y nos conduce
y urge a tomar sitio en esa calita con encanto a mano derecha del camino que
conduce a la playa del Portus Magnus, en las mismísimas puertas del parque
natural de Calblanque. Un bien escaso de la naturaleza del sureste que invita
al lujo. Las estancias se intuyen a lo lejos, a todo lo largo de un muro de
verdor pinar resplandeciente que descubre sus volúmenes mediante un caprichoso
juego de luces y sombras. Es un paraíso radiante, limpio, un punto olvidado. Y,
tan luminoso, que incluso hace daño a la vista. Un estallido de sol apaciguado
únicamente al atardecer, cuando la casa del campo invita a meditar en silencio
en sus azoteas, convertidas en miradores privilegiados sobre los dos mares, la
montaña y los campos.
Y ahora, pasadas y hasta olvidadas las turbulencias
almerienses, que no las otras, y caída la tarde pienso en esos jugadores, en su
entrenador y en esas dos personas-arregla turbulencias y apaciguadoras de
estados efervescentes y los veo tan
centrados, tan generosos y tan en paz con ellos mismos y con el club como
cuando ese relente detiene el tiempo frente a una copa a la luz de la luna,
bien en el patio cubierto, bien a pecho libre en los miradores de las azoteas.
En un partido sin fútbol, aunque se hayan dado una serie de turbulencias que
alteraron el pulso de la gente, al final los escasos pero fieles aficionados
volvieron contentos. Todo lo demás resultó superfluo. ¡Ay, ay, ay!
Pedro-Roberto J.P. desde un “Rincón para Doce”. Dies 2/16: ante diem
quartum decimum Kalendas Martias. Nº 321.
Texto La Medusa Paca. Fotos http://qapta.es/. Copyright ©
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