Aquella tarde resucitó el FC Cartagena aplastando a un Granada B
en el mejor partido de lo que se llevaba jugando en esa pasada temporada. Fue
el partido en el que debuto Palomeque como entrenador. Fue el partido del
segundo triunfo del FC Cartagena en el Cartagonova. Fue el partido que el Efesé
vivía viviendo momentos de intranquilidad por el impago de las nóminas a sus
futbolistas. Fue el partido en el que el Granada B se presentaba sin su
entrenador titular al tener que marcharse a apagar el fuego del primer equipo.
Fue el partido dirigido por el colegiado valenciano Iván Muñoz Pérez y en el
que hubo hasta dos expulsiones, (Nacho Neira por el Efesé y Morante por el
Granada B) uno por cada equipo y hasta unas cuantas amarillas. Fue el partido
en el que Chus Hevia salió de suplente para hacer un doblete, lucirse con su
recital de juego y aportar soluciones hasta ahora desconocidas. Y fue el
partido en el que le rompieron la cara a Sebas Ribas y nos trajo aquel recuerdo
de esos memorables ocho asaltos contra las cuerdas de Alí contra Foreman.
Fue una tarde de fútbol memorable de las que siempre se
recordarán. Fue una tarde invernal, lluviosa en la que se gestó una merecida
victoria. Fue una tarde en la que hasta Luque se permitió fallar un penalti,
que de no pararlo ese portero, Dimitrievski, venido del frío, y Gato hubiese acertado, juntamente con Carlos
Martínez y otra de Ceballos, la goleada hubiera sido de escándalo.
Fue la tarde en la que todos terminaron tan felices que hasta se
permitieron la licencia de hacer declaraciones de esta guisa: “Es el debut
soñado, desde luego. He visto a la afición vibrar como hacía tiempo que no lo
hacía. Y estoy muy orgulloso de los chavales, que me han demostrado que son
unos auténticos tíos. Son un grupo fenomenal, unos auténticos profesionales que
hoy han aparcado lo que no es deportivo y han hecho un partido excelente. Yo me
he emocionado al ver cómo jugaba el equipo durante muchas fases. Cuando han
cantado en el fondo norte mi nombre, el “Palomeque,
Palo, Palomeque” de los años 90, por supuesto que también me he emocionado.
Pero, sobre todo, mi sentimiento de felicidad es por los jugadores. Estoy
orgulloso de ellos. Cuando se gana así, todo parece mejor. Yo ya empiezo a
pensar ya en la semana que viene, y espero que la afición se anime a ir a La
Condomina. Hay que ir allí y animar al equipo en otro partido que va a ser muy
complicado”. Y Jorge Luque puso en triste y amarga guinda al recordar que en el
vestuario: “Hay mucha gente pasándolo mal en el vestuario. No cobrar un mes ya
trastoca. Pues, imagina con tres meses.”
El Icue y…cuando Sebas Ribas tuvo que rendirse al dolor
“Volverán las oscuras
golondrinas
de tu balcón sus nidos
a colgar,
y otra vez con el ala a
tus cristales,
jugando, llamarán”. (G.A. Bécquer)
La tarde, meteorológicamente, estaba amenazadora,
lluviosa, fría y ventosa y el Icue acudió al estadio después de pasar la mañana
en aquel bar del rompeolas donde un incipiente pero maravilloso sol se metía en
la pinta de cerveza que cada uno bebía. Era el preámbulo para acercamos al
Cartagonova junto a ese amigo, con el que durante tantos años he compartido
viajes y travesías, placeres de sobremesa, apasionadas discusiones, algunas
lágrimas y grandiosas alegrías, como las de esta tarde al comprobar in situ
como nuestro FC Cartagena hacia hincar la rodilla a un impotente, desesperado y
exhausto Granada B. Hoy si hubo lágrimas en el Cartagonova no fue para esos
raquíticos y escasos 2000 asistentes al estadio, a pesar de la promoción de la
tienda. Hoy, si acaso, las lágrimas, pero de dolor, rodaban desde la mejilla
directamente hacia el whisky al comprobar como Sebas Ribas se retorcía de dolor
después de que el portero del Granada, Dimitrievski, le partiera la cara. Este
Cartagena no ha muerto, decían mis compañeros de butaca, simplemente ha estado
ausente, por su propia cuenta, en jornadas pasadas. Este Cartagena, aunque
quiso irse sólo, todavía no se va y bien que nos alegramos. Su ausencia hubiera
dejado un vacío en un tiempo y en un espacio compartido. Puede que vuelvan
otros días azules de primavera y otoño y queden algunos placeres futbolísticos
por explorar todavía en esta nuestra querida ciudad de Cartagena. Tal vez
volverán esos días como aquellas golondrinas becquerianas. Si la vida nos
depara un motivo alegre para vivirla, sin duda este Cartagena de Palomeque
seguirá estando vivo. FC Cartagena 3 –
Granada CF B 0.
Una característica del Cartagena y del cartagenerismo
en esta tarde es que ambos quisieron arrojar fuera de su ámbito sentimental su
naturaleza ciclotímica. Que la hinchada y el equipo estaban gripados nadie lo
duda. Aspiraba a todo y había caído, ¡ojo que todavía no ha salido!, en una
serie de impecables ejercicios de autodestrucción, de los cuales acaso los más
memorables hayan sido el de aquellos días de entrenadores ridículos pensados
para la nada.
Y dándole vueltas a esto y al no cobrar de los
jugadores y a la búsqueda de fondos, que no llegan, para salir de esta
situación y a tantas y tantas otras cosas cuando llegó el minuto 11 cuando, por
fin, Ribas marcó ese su gol con esputos de sangre, porque, querido Icue, si te
diste cuenta, escupió sangre, vomitó sangre y es entonces, con la mandíbula
doblemente troceada, recordé aquel mito de la mandíbula apretada, aventado por
la rapsodia, que siempre esconde cierta fragilidad evacuada mediante la bronca
y la rendición prematura.
Y es que el FC Cartagena se había presentado esta
tarde en el Cartagonova con el mal de las cuerdas rondándole. Tal vez porque
esos sus asaltos anteriores resultaron demasiado frustrantes como ideal de un
equipo pegador pero hoy no se ha tapado y ha regresado victorioso aunque le
hayan partido la cara, en este caso la mandíbula apretada. Y es que en esta
tarde con tanta impaciencia, con tanta gloria y con tanto dolor también he recordado esos memorables ocho
asaltos contra las cuerdas de Alí contra Foreman. Y es que el partido de hoy,
que siempre será el de la mandíbula doblemente rota junto al doblete en goles
de Chus Hevia, he visto a nuestro Cartagena con la superioridad, la misma que
tuvo Alí contra Foreman, soltándole a los pequeños nazaríes una paliza
irremediable.
Lo del FC Cartagena, con Palomeque al frente, ha sido
una táctica consciente, adaptada a esa posición perdedora desde la cual
sorprender. Lo del Granada y desde mi butaca no fue una táctica, sino un
patatús que desnudó carencias estructurales, falta de recursos ante la ausencia
de espacio y una notable baja forma de sus futbolistas que estaban como
congelados o KO, después de presenciar el golpe sangriento con el que al
uruguayo lo trasladaron a la ambulancia.
Y Sebas Ribas quiso seguir pero se rindió al dolor, lo
subieron a la camilla y lo trasladaron hasta el hospital y es que esta tarde,
desapacible tarde de frío invierno, a ratos lluviosa, fue francamente
antipática para el fútbol a orillas de La Rambla. Tarde fea para el hijo de “Gladiator”,
pero grande para el FC Cartagena y para la efesemanía que puede servir para
demorar ese desmoronamiento inmediato que se venía divulgando desde que el
“niño Javier” anunció aquello de no existir fondos para pagar las nóminas de
aquí a junio. Pero miren ustedes, queridos lectores, con este resultado, glorioso resultado, ese
tortazo de meses de recuperación, esos dos golazos de Chus Hevia y las carreras
de Gato han cambiado el estado de ánimo de todos y lo que eran vísperas de un
petardazo nos hemos encontrado, -gracias Palomeque, gracias jugadores-, con un
necesario carácter para comenzar a salir de las cuerdas, invertir el castigo y
lograr que los paquetes de unos días o minutos vuelvan a ser semidioses de
domingo.
El afán futbolístico de este Cartagena de Palomeque,
querido Icue, ya no está loco como se volvían locas aquellas agujas magnéticas
de todas las brújulas para señalar en todas las direcciones al gusto de
cualquier explorador, que se hubiese extraviado por la propia o extraña niebla.
Esperemos que este Cartagena comience a no estar perdido en la ciudad y que
aparezca algún prohombre benefactor con el brazo, aunque sea de bronce,
extendido en el aire señalando a una determinada dirección.
Querido Icue, se acabó lo que se daba. Acabo de
escribir lo que ustedes acaban de leer desde el hogar de mi Ribera, mientras en
el horizonte de mi Mar Menor parpadea un intermitente a merced del que crea que
los deseos se cumplirán por el mero hecho de haberlos soñado. ¡Ay, ay, ay!
Pedro-Roberto J.P. desde el “Rincón del Icue”. Dies 1/18: ante diem
quintum decimum Kalendas Februarias. Nº 357.
Texto El Rincón del Icue. Fotos http://qapta.es/. Copyright ©
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