sábado, 7 de noviembre de 2015







Aquella tarde resucitó el FC Cartagena aplastando a un Granada B en el mejor partido de lo que se llevaba jugando en esa pasada temporada. Fue el partido en el que debuto Palomeque como entrenador. Fue el partido del segundo triunfo del FC Cartagena en el Cartagonova. Fue el partido que el Efesé vivía viviendo momentos de intranquilidad por el impago de las nóminas a sus futbolistas. Fue el partido en el que el Granada B se presentaba sin su entrenador titular al tener que marcharse a apagar el fuego del primer equipo. Fue el partido dirigido por el colegiado valenciano Iván Muñoz Pérez y en el que hubo hasta dos expulsiones, (Nacho Neira por el Efesé y Morante por el Granada B) uno por cada equipo y hasta unas cuantas amarillas. Fue el partido en el que Chus Hevia salió de suplente para hacer un doblete, lucirse con su recital de juego y aportar soluciones hasta ahora desconocidas. Y fue el partido en el que le rompieron la cara a Sebas Ribas y nos trajo aquel recuerdo de esos memorables ocho asaltos contra las cuerdas de Alí contra Foreman.

Fue una tarde de fútbol memorable de las que siempre se recordarán. Fue una tarde invernal, lluviosa en la que se gestó una merecida victoria. Fue una tarde en la que hasta Luque se permitió fallar un penalti, que de no pararlo ese portero, Dimitrievski, venido del frío,  y Gato hubiese acertado, juntamente con Carlos Martínez y otra de Ceballos, la goleada hubiera sido de escándalo.

Fue la tarde en la que todos terminaron tan felices que hasta se permitieron la licencia de hacer declaraciones de esta guisa: “Es el debut soñado, desde luego. He visto a la afición vibrar como hacía tiempo que no lo hacía. Y estoy muy orgulloso de los chavales, que me han demostrado que son unos auténticos tíos. Son un grupo fenomenal, unos auténticos profesionales que hoy han aparcado lo que no es deportivo y han hecho un partido excelente. Yo me he emocionado al ver cómo jugaba el equipo durante muchas fases. Cuando han cantado en el fondo norte mi nombre,  el “Palomeque, Palo, Palomeque” de los años 90, por supuesto que también me he emocionado. Pero, sobre todo, mi sentimiento de felicidad es por los jugadores. Estoy orgulloso de ellos. Cuando se gana así, todo parece mejor. Yo ya empiezo a pensar ya en la semana que viene, y espero que la afición se anime a ir a La Condomina. Hay que ir allí y animar al equipo en otro partido que va a ser muy complicado”. Y Jorge Luque puso en triste y amarga guinda al recordar que en el vestuario: “Hay mucha gente pasándolo mal en el vestuario. No cobrar un mes ya trastoca. Pues, imagina con tres meses.”


El Icue y…cuando Sebas Ribas tuvo que rendirse al dolor

“Volverán las oscuras golondrinas
de tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a tus cristales,
jugando, llamarán”. (G.A. Bécquer)

La tarde, meteorológicamente, estaba amenazadora, lluviosa, fría y ventosa y el Icue acudió al estadio después de pasar la mañana en aquel bar del rompeolas donde un incipiente pero maravilloso sol se metía en la pinta de cerveza que cada uno bebía. Era el preámbulo para acercamos al Cartagonova junto a ese amigo, con el que durante tantos años he compartido viajes y travesías, placeres de sobremesa, apasionadas discusiones, algunas lágrimas y grandiosas alegrías, como las de esta tarde al comprobar in situ como nuestro FC Cartagena hacia hincar la rodilla a un impotente, desesperado y exhausto Granada B. Hoy si hubo lágrimas en el Cartagonova no fue para esos raquíticos y escasos 2000 asistentes al estadio, a pesar de la promoción de la tienda. Hoy, si acaso, las lágrimas, pero de dolor, rodaban desde la mejilla directamente hacia el whisky al comprobar como Sebas Ribas se retorcía de dolor después de que el portero del Granada, Dimitrievski, le partiera la cara. Este Cartagena no ha muerto, decían mis compañeros de butaca, simplemente ha estado ausente, por su propia cuenta, en jornadas pasadas. Este Cartagena, aunque quiso irse sólo, todavía no se va y bien que nos alegramos. Su ausencia hubiera dejado un vacío en un tiempo y en un espacio compartido. Puede que vuelvan otros días azules de primavera y otoño y queden algunos placeres futbolísticos por explorar todavía en esta nuestra querida ciudad de Cartagena. Tal vez volverán esos días como aquellas golondrinas becquerianas. Si la vida nos depara un motivo alegre para vivirla, sin duda este Cartagena de Palomeque seguirá estando vivo. FC Cartagena 3 – Granada CF B 0.


Una característica del Cartagena y del cartagenerismo en esta tarde es que ambos quisieron arrojar fuera de su ámbito sentimental su naturaleza ciclotímica. Que la hinchada y el equipo estaban gripados nadie lo duda. Aspiraba a todo y había caído, ¡ojo que todavía no ha salido!, en una serie de impecables ejercicios de autodestrucción, de los cuales acaso los más memorables hayan sido el de aquellos días de entrenadores ridículos pensados para la nada. 

Y dándole vueltas a esto y al no cobrar de los jugadores y a la búsqueda de fondos, que no llegan, para salir de esta situación y a tantas y tantas otras cosas cuando llegó el minuto 11 cuando, por fin, Ribas marcó ese su gol con esputos de sangre, porque, querido Icue, si te diste cuenta, escupió sangre, vomitó sangre y es entonces, con la mandíbula doblemente troceada, recordé aquel mito de la mandíbula apretada, aventado por la rapsodia, que siempre esconde cierta fragilidad evacuada mediante la bronca y la rendición prematura. 


Y es que el FC Cartagena se había presentado esta tarde en el Cartagonova con el mal de las cuerdas rondándole. Tal vez porque esos sus asaltos anteriores resultaron demasiado frustrantes como ideal de un equipo pegador pero hoy no se ha tapado y ha regresado victorioso aunque le hayan partido la cara, en este caso la mandíbula apretada. Y es que en esta tarde con tanta impaciencia, con tanta gloria y con tanto dolor  también he recordado esos memorables ocho asaltos contra las cuerdas de Alí contra Foreman. Y es que el partido de hoy, que siempre será el de la mandíbula doblemente rota junto al doblete en goles de Chus Hevia, he visto a nuestro Cartagena con la superioridad, la misma que tuvo Alí contra Foreman, soltándole a los pequeños nazaríes una paliza irremediable. 

Lo del FC Cartagena, con Palomeque al frente, ha sido una táctica consciente, adaptada a esa posición perdedora desde la cual sorprender. Lo del Granada y desde mi butaca no fue una táctica, sino un patatús que desnudó carencias estructurales, falta de recursos ante la ausencia de espacio y una notable baja forma de sus futbolistas que estaban como congelados o KO, después de presenciar el golpe sangriento con el que al uruguayo lo trasladaron a la ambulancia.  

Y Sebas Ribas quiso seguir pero se rindió al dolor, lo subieron a la camilla y lo trasladaron hasta el hospital y es que esta tarde, desapacible tarde de frío invierno, a ratos lluviosa, fue francamente antipática para el fútbol a orillas de La Rambla. Tarde fea para el hijo de “Gladiator”, pero grande para el FC Cartagena y para la efesemanía que puede servir para demorar ese desmoronamiento inmediato que se venía divulgando desde que el “niño Javier” anunció aquello de no existir fondos para pagar las nóminas de aquí a junio. Pero miren ustedes, queridos lectores, con  este resultado, glorioso resultado, ese tortazo de meses de recuperación, esos dos golazos de Chus Hevia y las carreras de Gato han cambiado el estado de ánimo de todos y lo que eran vísperas de un petardazo nos hemos encontrado, -gracias Palomeque, gracias jugadores-, con un necesario carácter para comenzar a salir de las cuerdas, invertir el castigo y lograr que los paquetes de unos días o minutos vuelvan a ser semidioses de domingo. 


El afán futbolístico de este Cartagena de Palomeque, querido Icue, ya no está loco como se volvían locas aquellas agujas magnéticas de todas las brújulas para señalar en todas las direcciones al gusto de cualquier explorador, que se hubiese extraviado por la propia o extraña niebla. Esperemos que este Cartagena comience a no estar perdido en la ciudad y que aparezca algún prohombre benefactor con el brazo, aunque sea de bronce, extendido en el aire señalando a una determinada dirección.
Querido Icue, se acabó lo que se daba. Acabo de escribir lo que ustedes acaban de leer desde el hogar de mi Ribera, mientras en el horizonte de mi Mar Menor parpadea un intermitente a merced del que crea que los deseos se cumplirán por el mero hecho de haberlos soñado. ¡Ay, ay, ay! 

Pedro-Roberto J.P. desde el “Rincón del Icue”. Dies 1/18: ante diem quintum decimum Kalendas Februarias. Nº 357.  

Texto El Rincón del Icue. Fotos http://qapta.es/. Copyright ©

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