“Empiezo a andar por el sendero.
Empieza a circundarme la Naturaleza...” (M. Hernández)
Mañana sofocante a ras del
césped del Cartagonova. Cuando, en esta Cartagena de nuestros amores, ya huele
a incienso y a cera y si te apartas un poquico, hacia el Campo, allí es otra
cosa. Allí huele a azahar y frescura y hasta a salitre y mar. Y dentro en las
entrañas de la Cartagena milenaria por tres veces toda la ciudad está vestida y
engalanada con colores de cofrades, de blanco y negro, no podía ser de otra
manera, de morado y rojo con guirnaldas doradas. Hay monumentalidad
en sus tronos, belleza en sus imágenes, ricos bordados, colorido en sus tercios
de Granaderos y Soldados Romanos, luz en sus hachotes y un orden penitencial
impactante.
Y así, en medio de olor, colorido, belleza,
luminosidad, expectación y orden se ha jugado en el Cartagonova el partido
entre el FC Cartagena y el CP. Cacereño. Unos, responsables ellos, pedían a la
efesemanía un esfuerzo más y ésta, la enésima petición en esta temporada, sólo
fue atendida por los 3742 de casi siempre. Está claro que una gran parte de la
efesemanía, de nuevo, dio la espalda, se deberá pensar el por qué. Otros
anunciaban, con pólvora huera, que esta mañana el FC Cartagena debía presentarse
en el Cartagonova para “rematar la faena”, ¿qué faena se preguntó el Icue?: la
faena que no pudo ser terminada contra el Guadalajara del último partido en el
Cartagonova? ¿La faena contra La Roda de la última salida donde se perdió por
un 2-0? ¿Qué faena había que rematar? Y otros, como queriendo dar la razón al
Icue nos comunicaban que, dentro de un río de sospechas arribados con maletín,
Tevenet volvía a sus orígenes, tácticos, estratégicos y…de cambios en la
alineación. En fin, con este totum revolutum el Cartagena ha dejado pasar esta
esplendorosa mañana del Domingo de Ramos cartagenero con la victoria escasa de
un 1-0 vulgar, ramplón, vulgar y preocupante.
Particularmente al Icue, que ha comprendido la
revolución en la alineación, le ha parecido que los futbolistas alineados han
sido casi todos ellos seres anónimos
deambulando por el terreno de juego como autobuses un lunes por la
mañana, con el conductor somnoliento y los viajeros durmientes. Puede ser que
sucediera quizás por el calor bochornoso que caía plomizo en el Cartagonova y
que hacía jugar al trote a todo un equipo cambiado en sus nombres con los de
jornadas anteriores. Por allí anduvieron en su trote, como decía aquel,
cochinero sin que nadie tomase la manija, ni diseñase, pintase, limpiase y
firmase todo el cuadro ofensivo. Y cuándo lo hacían por allí aparecían Mejías y
Fernando y se estorbaban, no se veían o se enredaban. Fede estaba desaparecido,
Riau se lesionaba y marchaba para los vestuarios a refrescarse. Y Antoñito no
sabíamos si había salido. Es cierto que hubo un momento que parecieron
despertar y hasta pareció que las
variantes introducidas por Tevenet comenzaban a funcionar. Y en estas, minuto
30, entró Tarantino, marchó Riau, y un minuto después el propio Tarantino
centró medido al segundo palo y Mejías, para
resarcirse de su error inicial, minuto 11, mandó el balón al fondo de
las mallas: 1-0.
Funcionó la
revolución, cuando se esperaba una catástrofe, hasta se demostró que pudo
ser un acierto y hasta aparecieron
destellos de buen fútbol. Lo fue, pero los cuchillos se volvieron ansiosos para
cortar mantequilla. Salió De Lerma y a los norbiense se les comenzó a ver el
entrecejo, que es señal de mirada torva, y al FC Cartagena se le notaba la
alegría en la cara de quien mira distinguiendo el mar del horizonte. Duró poco el plan, está visto,
querido Icue, que últimamente el FC Cartagena se acomoda en partidos de resultados cortos.
Esta mañana, visto el juego de nuestro, suyo Cartagena
y la revolución del sevillano, el Icue, como regalo de Ramos y para no quedarme
sin manos con las que escribir, les va a revelar un pequeño secreto. En mi
catálogo particular, los entrenadores se dividen en dos: aquellos a los que
admiro y además me encantaría tomarme una copa con ellos, y aquellos que
también tienen mi admiración, pero una vez conocidos por mi parte se pueden ir
a tomar viento fresco, puesto que no movería una pestaña por cruzar juntos ni
un trozo de baranda del puente de La Rambla. Luis Tevenet pertenece al primer
grupo como anteriormente lo fueron Juan Ignacio y Pacheta. Daría cualquier cosa
por compartir con él un fino en un aperitivo para comprobar si su carácter es atravesado,
exigente o caprichoso. Quizás en estos días, que ya definitivamente andaré por
aquí, me acerque y lo intente. ¡Ay, ay, ay!
Texto El Rincón del Icue. Texto El
Rincón del Icue. Fotos http://qapta.es/. Copyright ©
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