miércoles, 2 de abril de 2014





La ponzoña del deportista

"Vivir es ver volver". (Azorín)

Gran frase la que tomo prestada de Azorín para comenzar e ir llenando hoy este Rincón del Icue. Es una gran frase, llena de inteligencia y melancolía, pero muy fácil de envenenar: sólo hace falta sustituir volver por perder para que se transforme en un pensamiento siniestro. Y esto es lo que le ha pasado al Icue al leer el título de esta noticia: Dani Benítez, víctima de 'la vida loca”.

Hoy he vuelto a verla, me he sentado delante del televisor y ¡he vuelto a verla! Me refiero a esa película estrenada en 1966, con duración de algo menos que un partido de fútbol, que la orquestó Carmelo A. Bernaola, que tuvo en su reparto, entre otros, a Guillermo Gorostiza, Paulino Uzcudum y Nicanor Villalta. Y que dirigida por Manuel Summers la tituló “Juguetes rotos”. 

Hoy con esos “Juguetes rotos” vuelvo a recordar a una “colección” de deportistas, personajes populares emponzoñados: los boxeadores Perico Fernández y Poli Díaz, a Joan Garriga, mito del motociclismo español, al ex atleta Yago Lamela, a los ciclistas José María "Chava Jiménez, Óscar Sevilla, Paco Mancebo y aquel Isidro Nozal que, en 2003 llegando de tapado, estuvo a punto de hacerse con la Vuelta a España y que los tres siguientes años los pasó como gregario de lujo de Roberto Heras, a quien ayudó a conquistar la Vuelta de 2004. Este “santoral” me condujo a no olvidarme de los futbolistas del ayer Julio Alberto, Sergio Marrero,  Juanele y aquellos despilfarradores de fortunas y de vida como fueron  los Garrincha, George Best, Diego Armando Maradona, Paul Gascoigne,  Robson de Souza “Robinho”, Adriano Leite Ribeiro, y ahora, ayer mismo, ese Dani Benítez, jugador del Granada y célebre por sus timbas de póker al que, según J.A. Cano, le iba tanto la noche que le apodaron en Granada como Dani 'Beefeater'. 

Visionando la película he vuelto a vivir otras épocas y me he situado delante de su olvidada vejez, y hasta he sufrido al ver como allí se mostraba la realidad del abandono, de la decadencia y del olvido. He pensado que esto pudo ser normal hace 50 años. Pero hoy, en el siglo XXI, no me lo puedo creer, aunque es así. Son deportistas de la elite, también de la chusma, son personas que lo tuvieron todo, que no supieron afrontar su cuesta abajo, que pasaron por la opulencia y desembocaron en la miseria de la piltrafa, y que están ahí, arruinados no sólo en lo económico, sino en lo humano y, además, expuestos para que todos  los conozcamos.

Unos no tienen, cuando lo tuvieron todo, ni para pagar la luz, ni para el agua, ni para el alquiler del piso. Y duele. Los hay, como en la película, boxeadores, los más golpeados. Y atletas, y ciclistas y futbolistas y…todos en retirada plagada de lujos y vicios y con una vida plagada de abusos. No tienen un lugar donde dormir aunque alguien les suela dejar una cama cuando cierran los clubs de alterne. Suelen andar mucho y de vez en cuando se sientan en un banco y echan una cabezada. Y de esta forma ven pasar los días.
Los hay que han caído en el abismo, se han dedicado al cine pornográfico y se precipitaron de lleno en el mundo del alcohol y de las drogas y hasta alguno ejerció como narco. Nos los presentan viviendo en poblados chabolistas, en alquiler y bajo la lona de una tienda de campaña, a cambio de una dosis de heroína que les conduce, sin el brillo que tuvieron, hacia una caída al vacío a velocidad de vértigo. Y después la depresión, la pelea, la planta psiquiátrica y esa marca para siempre con intento de suicidio. Y es aquí, o antes o siempre, cuando la droga se convierte en su mejor amiga. Y entonces todo se desploma hacia el garete y el futbolista se convierte en asiduo a las páginas de sucesos por robos, agresiones, tráfico de drogas... hasta que lo detienen y lo internan para disfrutar de varias estancias en la cárcel, obnubilados con sus múltiples cantos de sirena, perspectivas de grandeza y contratos millonarios.

Y en esas estaba cuando saltó la noticia de Daniel González Benítez, “Dani Benítez” (Lloseta, Baleares, 7 de abril de 1987) ese héroe que, con lo que ganó, pudo crear un imperio en la industria del calzado, pero se ha convertido en villano que ronda por las faldas y cuevas del Albaicín, envuelto en su desordenada vida, arruinado por no haber sabido lidiar con la fama, eligiendo muy mal sus compañías, ser un ídolo caído convirtiendo su cuerpo en un muestrario colorista de tatuajes simbolizando toda su personalidad. Cuentan que la baraja de póker corría por sus manos como la tinta tatuada recorría para cubrir su piel gritando aquello de “Mucha gente no me entiende, pero es porque no me conoce” y señalando aquel otro que cubierto por su camiseta deportiva tras ese su número 11 reflejaba en todo su torso “Mi vida loca”

Este mallorquín, que cumplirá próximamente 27 años, es un carcomido deseoso de aumentar sus apetitos de placer trapezoidal conduciéndolo hacia la indolencia, la autocomplacencia, el aburguesamiento y la protesta con la misma velocidad con la que desbordaba por la banda con el balón controlado y ajustado a sus pies. Pero el frío helador de Sierra Nevada y el cante de esa gitana le pelaron el cable.

¡Ojalá ese viento helador le hubiese animado a tatuarse con algo de alta literatura como aquella cita de “El Rey Lear” que venía a decir algo así como que “Todos nos reiremos de las mariposas doradas”!

 Aunque al final me temo que todos esos ídolos desplomados y los que vengan, que vendrán, o están ahí mismo sin salir del armario de la negrura inconsciente, terminarán cantando, bailando y bebiendo al ritmo de esa canción de Canelita que dice:


“nadie sabe lo que llevo pasado en la vida,
y quien va crees,
si esto es verdad o es mentira,
con lo joven que era,
y de la forma que vivía la vida,
y ya he cambiado,
y ya he dejado to lo malos recuerdo,
y nadie y me entiende y dime ahora a quien le cuento esto,
es que no puedo doma por que ni yo mismo me comprendo”.

Texto El Rincón del Icue. Fotos tomadas del diario As. Copyright ©

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Toggle Footer